domingo, 11 de septiembre de 2011

IX Filosofía



CONTRA LA RAZÓN

“Lo racional (principio, premisa, idea, política o acción) es aquello que está de acuerdo con los datos de la realidad; lo irracional es aquello que contradice los hechos e intenta ganar igual” Ayn Rand (“Filosofía:¿quién la necesita?”)

La filosofía especulativa ha ido ganando terreno siendo cada vez más influyente, mientras que la filosofía científica, que es compatible con la ciencia experimental, todavía no goza de la difusión que es deseable que tenga. En imprescindible que el pensamiento haga referencia a la realidad, antes que a las opiniones que los demás tienen de esa realidad.

La filosofía especulativa, alejada de la ciencia, no se basa en los hechos, sino en la coherencia lógica, en el mejor de los casos, de las descripciones realizadas. Otras veces a esos hechos se les oponen mitos, que resultan generalmente más persuasivos. Esto ha permitido la entrada de los grandes errores conceptuales que ponen en peligro a nuestra civilización, y que son:

a) Nihilismo: no existe un sentido objetivo del universo ni de la vida humana.
b) Relativismo cognitivo: no existe la verdad objetiva.
c) Relativismo moral: no existe una ética de validez universal.
d) Relativismo cultural: no existe una cultura mejor a otra.

Desde el punto de vista predominante en la ciencia experimental, por el contrario, se acepta la existencia de leyes naturales invariantes que rigen todo lo existente. Al existir tales leyes, les asociamos cierto ordenamiento que ha de tener una finalidad implícita, si bien no nos resulta sencillo saber cuál es.

Es posible, en principio, conocer tales leyes con cierto margen de error, por lo que es posible llegar a la verdad, como una meta que está al final del camino. Además, es posible describir los efectos que producen nuestras actitudes básicas según criterios éticos asociados a lo deseable, el Bien, y lo no deseable, el Mal. En forma similar, es posible comparar distintas culturas según la preponderancia de uno u otro de tales extremos.

Si aceptamos la inexistencia de un sentido objetivo de la vida, del Bien y de la verdad, como lo propone un sector que adhiere a la filosofía especulativa, deberíamos dejar de buscarlos. Si no hay metas posibles, la inacción y la especulación filosófica son las alternativas a la acción.

Es fácil comprobar, sin embargo, en el caso de los niños que reciben malos tratos, que los efectos psicológicos producidos por actitudes erróneas de los mayores, no dependen de convencionalismos ni de aceptaciones de tipo cultural, sino de las leyes impuestas por el propio orden natural.


INTELECTUALIDAD Y NIHILISMO

“Si hay fracaso, la culpa no deberá ser imputada al Universo, ni a la Creación, sino al hombre. Y Teilhard veía en las filosofías del absurdo y del abandono los signos inquietantes de un ‘aburrimiento’ que, para él, es el más grave, el único peligro que puede amenazar a la Evolución” Claude Tresmontant (“Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin”)

Las minorías, o la intelectualidad, deben influir sobre el resto de la sociedad de manera de orientarla adecuadamente. Cuando fallan en esos aspectos, es posible que ese lugar sea ocupado por las masas. Una consecuencia del proceso de la rebelión de las masas consiste, precisamente, en la usurpación de los puestos influyentes de la sociedad.

Quienes promueven tal rebelión, en lugar de promover la orientación de seres humanos racionales y pensantes, son precisamente aquellos líderes que de por sí poseen todas las características atribuidas al hombre masa. De ahí que no resulta extraño que gran parte de los políticos llegue a los lugares más altos de la sociedad a través de la repetición de frases hechas, o estereotipadas, careciendo de fundamentos de cierta solidez.

Pero, todavía, hay otra misión importante asignada a la intelectualidad y es la orientación hacia la gran tarea de la humanidad, tal la de llevar adelante el proceso de la adaptación cultural al orden natural. Tal proceso se verá frustrado mientras gran parte de los pensadores se nieguen a reconocer instancias superiores, tal como la existencia de leyes de la naturaleza.

Si buscamos que el hombre abandone actitudes consumistas y oriente su vida a aspectos trascendentes, debemos lograr que ingrese masivamente en el campo del pensamiento y del conocimiento, aunque ello no será factible mientras predomine cierto irracionalismo anticientífico.


CONCRETO Y ABSTRACTO

“El tercer mal es la confusión entre profundidad y oscuridad. Es verdad que es difícil entender un pensamiento profundo. Pero también es verdad que es fácil hacer pasar una perogrullada, o incluso un absurdo, por un pensamiento profundo. Para esto basta utilizar expresiones confusas o retorcidas. Por ejemplo, al escribir que “el mundo mundea”, que “el tiempo es originariamente la maduración de la temporalidad”, y disparates similares, Heidegger se hizo pasar por un pensador profundo” Mario Bunge (“Elogio de la curiosidad”)

Generalmente, se valora más el pensamiento abstracto que el concreto, aunque sea este último el mejor adaptado a la realidad. Ello se debe a que el pensamiento concreto está limitado por restricciones que le son impuestas por el mundo real, mientras que el pensamiento abstracto es, muchas veces, simple pensamiento libre.

El pensamiento racional es el que se fundamenta en los hechos, mientras que el pensamiento irracional se aleja de la realidad entrando en mundos imaginarios. De ahí que exista una seria imposibilidad de entendimiento entre personas que emplean distintos tipos de pensamiento.

El pensamiento del científico es el que está severamente restringido por la realidad. Puede uno establecer teorías que tengan mucha coherencia lógica, incluso coherencia matemática, y ser, sin embargo, incompatibles con la realidad. Por el contrario, la filosofía especulativa, por lo general, construye elaborados razonamientos con “ambos pies firmemente apoyados en el aire”.

El pensamiento racional encuentra en la ciencia un refugio y es por ello, quizás, que ésta reciba frecuentes ataques por parte de quienes adhieren a posturas irracionales.


FILOSOFÍA DE LA HISTORIA

“El hombre parece no poder vivir sin dar un significado a su vida, y sin un sentido de la historia de la humanidad tampoco puede tener sentido la vida del hombre individual” Juan José Sebreli (“El asedio a la modernidad”)

A lo largo del tiempo, varias son las visiones totalizadoras de la historia que se han sugerido. Mediante ellas buscamos las causas que dirigen (o parecen dirigir) a la humanidad hacia metas u objetivos tampoco evidentes. El pasado nos presenta una gran diversidad de acontecimientos y es necesario encontrar alguna idea general que nos permita darles un sentido de manera que no parezcan incoherentes o puramente fortuitos.

Antes se mencionó la existencia del principio de complejidad-consciencia como una tendencia impulsada por la evolución biológica e impuesta incluso a la evolución cultural. Debemos decir que, de la misma forma en que la existencia de leyes de tipo determinista no excluye la libertad de elección individual, la existencia de leyes asociadas a la humanidad tampoco ha de excluir nuestra libertad colectiva. El destino de la humanidad depende no sólo de las fuerzas que nos presionan, sino también de la voluntad que tengamos para seguirlas o para oponernos a ellas, siendo distintos los resultados que se lograrán.

La idea de la “adaptación del hombre al orden natural”, por lo tanto, es la idea básica que dispondremos para encontrarle un sentido a la historia de la humanidad.

Cuando conceptos tales como “evolución”, “adaptación”, etc., pueden expresarse con cierta precisión, nos parece cercana una “teoría científica de la historia” en lugar de una filosofía de la historia. Así, el concepto de evolución creadora, o de creación evolutiva, puede asociarse a un sistema de realimentación negativa en donde la referencia (lo que se quiere lograr) es el hombre plenamente adaptado, mientras que en realidad se logra el hombre en un proceso de adaptación. La ciencia, la filosofía y la religión juegan el rol de lazo de realimentación, ya que permiten la comparación entre lo que el hombre es y lo que el hombre debe llegar a ser, actuando sobre el sistema controlado (humanidad), haciendo que la mencionada diferencia tienda a disminuir.


DEBATE Y CONSENSO

“Es sencillamente una falacia lógica pasar de la observación de que la ciencia es un proceso social a la conclusión de que el producto final, nuestras teorías científicas, es el que es a causa de las fuerzas sociales e históricas que actúan sobre este proceso” Steven Weinberg (“El sueño de una teoría final”)

Durante el gobierno de Stalin, en la ex URSS, se hacía distingo entre “ciencia burguesa” y “ciencia proletaria”. El biólogo Trofim Lissenko sostenía que debía existir, en el ámbito de la biología, la herencia de los caracteres adquiridos, ya que la teoría marxista se fundamenta en la prioridad de la influencia del medio sobre la herencia de los caracteres innatos. De ahí que la teoría de Lissenko se oponía a la genética “burguesa” de Gregor Mendel.

Aun cuando Lissenko tenía el apoyo del propio Stalin y sus ideas eran compatibles con la ideología dominante, su teoría fue rechazada por la propia realidad, con un enorme costo social por cuanto las cosechas de trigo tuvieron en ese país un notable descenso. Las teorías científicas deben ser aprobadas por la naturaleza, y no por los propios seres humanos. De lo contrario, ocurrirán casos similares al relatado.

Por estas razones, no tienen sentido las afirmaciones de que las teorías científicas se aceptan según el consenso existente entre los científicos. Es decir, puede existir la aceptación por parte de la comunidad científica de cierta teoría, pero luego de que su validez se asoció al veredicto de la experimentación.

Cuando se hacen críticas a cierta actividad cognitiva cuyos resultados se imponen por debate y consenso (y no por prueba y error), no se están haciendo críticas a la ciencia, sino a lo que algunos, en forma injustificada, denominan de esa manera. Por el contrario, el nombre de “ciencia experimental” excluye en forma definitiva los malentendidos.

Cuando, en el ámbito de la ciencia, existe debate y consenso, se trata de decidir qué investigar o a quién apoyar con los casi siempre insuficientes recursos económicos destinados a tal actividad, lo que poco tiene que ver con la veracidad de los resultados que luego se lograrán.


REALIDAD E IDEALIZACIÓN

“Es indispensable razonar por comparación entre dos realidades, no por oposición entre la realidad ‘sucia’ y el ideal ‘puro’. Toda la historia de los totalitarismos del siglo XX habla a favor de este principio de la realidad contra el idealismo histórico” Guy Sorman (“El progreso y sus enemigos”)

Generalmente, el partidario de la utopía socialista, o de cualquier otra utopía, aduce que la sociedad ideal, a la que adhiere, no ha fracasado, ya que la ideología que la sustenta “fue mal aplicada”. Tiende a ganar discusiones por cuanto habla siempre de la “sociedad ideal” que tiene en su mente y que compara con una sociedad real y concreta.

Esta actitud implica una forma de lucha ideológica entre el irracionalismo (basado en ideologías utópicas y planificaciones) y el racionalismo (pensamiento basado en la realidad). Incluso se ha llegado a afirmar la legitimidad del irracionalismo tanto en la ciencia como en la filosofía, buscando un sustento adicional para la justificación de sus ideas.

Es común que el utópico piense en las ventajas de destruir la sociedad real para transformarla en la sociedad ideal en la que sueña. Descarta las mejoras graduales ya que busca un cambio abrupto a través de la revolución. Es una actitud similar a la de Nerón cuando ordena incendiar a Roma, por cuanto la realidad de esa ciudad difería notablemente de la idealización que había hecho de la misma.

No es de extrañar que el empresario, que da trabajo a los demás siendo la base económica de la sociedad, sea visto como un vulgar explotador por el hecho de no considerar a sus empleados como si fuesen sus propios socios. Justamente, la idea socialista se basa en el sacrificio solidario del trabajador en beneficio de la comunidad y del Estado, y será rechazado todo lo que no concuerde con el ideal utópico.


CRISIS EN LA FILOSOFÍA

“Los científicos y los humanistas deben considerar juntos la posibilidad de que llegó el momento de quitarle temporalmente la ética de las manos de los filósofos, para ser biologizada” E. O. Wilson (“Sociobiología”)

Desde el momento en que, desde el ámbito de la filosofía, se rechaza la existencia tanto de la verdad como del bien objetivos, se renuncia parcialmente a la teoría del conocimiento y la ética. De ahí que tales temas sean actualmente tratados con preponderancia por la neurociencia, y también por las ciencias sociales.

Una filosofía que ignore la realidad, y que se fundamente tan sólo en la coherencia lógica de sus enunciados, pretendiendo abrirse camino sólo por medio de habilidades personales para ganar debates, se torna poco confiable. Existen algunos aspectos esenciales que favorecen la crisis actual de la filosofía y son aquéllos que fueron puestos al descubierto por Mario Bunge. Podemos sintetizar esos aspectos:


1) Existe un reemplazo de la vocación por la profesión, ya que el filósofo profesional no debe ir contra la corriente para poder seguir trabajando en su especialidad.
2) Al no disponer de posturas concretas, no centra sus pensamientos en los temas de la filosofía, sino en los filósofos de antaño, por lo que en realidad se está dedicando a la historia de la filosofía.
3) Para darles a sus escritos un toque de profundidad, utiliza un lenguaje oscuro y subjetivo, ya que, muchas veces, el lector poco precavido tiende a confundir oscuridad con profundidad.
4) Se ha llegado incluso a afirmar que los problemas de la filosofía se reducen a problemas lingüísticos.
5) Predomina el subjetivismo por lo cual se rechaza la existencia de la verdad objetiva.
6) El interés del intelectual se centra en problemas marginales que resultan totalmente intrascendentes al pensamiento filosófico.
7) El formalismo empleado trata de ocultar la ausencia de ideas concretas.
8) Rechazo de los sistemas filosóficos para poner énfasis en fragmentos y aforismos.
9) Rechazo y oposición a la ciencia y a la tecnología
10) Desinterés por los problemas sociales y por todo aspecto concreto de la realidad



LA CIENCIA COMO FILOSOFÍA

“¿Planck, quien nunca hizo estudios regulares de filosofía, un filósofo? Sin duda, ha sido uno de los principales filósofos de la física del siglo, a la altura de Poincaré, Boltzmann y Einstein. A diferencia de la casi totalidad de los filósofos profesionales de su tiempo, que pretendían filosofar sobre la física sin conocerla, Planck no sólo la conocía muy bien, sino que tenía una correcta intuición filosófica” Mario Bunge (“Planck. Autobiografía científica” Prólogo)

Casi siempre se habla acerca del método científico como el principal promotor del avance del conocimiento. Sin embargo, es la actitud del científico, antes que el método, lo que marca la diferencia con las otras ramas del conocimiento. De ahí que pueda decirse que esa actitud materializa una manera de observar la naturaleza y también una actitud filosófica implícita.

El científico, ante todo, es un buscador de la verdad. Trata de encontrar leyes naturales por cuanto presupone su existencia. En su mente tiene siempre presente la propia realidad, en lugar de las opiniones o el pensamiento de otros científicos, si bien podrá tenerlos en cuenta para fundamentar sus propios trabajos.

Desconfía de la veracidad de toda hipótesis por lo cual busca su verificación experimental. Esta duda no está promovida por la posible deshonestidad de otros científicos, sino por el frecuente engaño que tanto la intuición directa como la razón nos presentan.


FUNDAMENTALISMO vs. FUNDAMENTOS

“Fundamentar la moral nos aleja del fundamentalismo” A. Cortina y E. Martínez (“Ética)

El fundamentalismo implica una actitud ciega, irracional y fanática mostrada por ciertos individuos respecto de sus posturas en religión, aunque esa actitud se ha ampliado hasta llegar a la política y la filosofía. Algunos líderes dominan mentalmente a otros individuos induciéndolos al odio contra todo grupo distinto, o bien contra la sociedad.

Si se lograra fundamentar adecuadamente la ética, es posible que esos líderes dejaran de engañar a sus seguidores por medio de un discurso de falso contenido. Tales fundamentos habrán de formar parte de un sistema sociológico completo, establecido dentro del marco de la ciencia experimental.

Es necesario que toda ética propuesta apunte al logro simultáneo de objetivos tales como felicidad, justicia, adaptación y supervivencia. Luego, lo bueno se materializará en aquella actitud que favorezca el logro de esos objetivos, mientras que lo malo estará asociado a la actitud que se oponga al logro de esos fines.

En el ámbito de la ciencia, lo que uno puede ver, todos pueden verlo. De ahí que es posible que los hombres sean orientados por la verdad de todos, en lugar de serlo por “verdades de validez sectorial” a través de la intermediación de algún fundamentalista.

La búsqueda de la felicidad, y de los otros objetivos mencionados, pone al descubierto una separación evidente entre grupos que buscan mejorar al hombre y a la sociedad, y grupos que buscan imponer sus propias posturas sin interesarles mejora alguna. Como siempre ocurre, las tendencias hacia la cooperación y hacia la competencia subyacen a todas y a cada una de las acciones humanas.


LA SOCIOLOGÍA COMO SISTEMA

"Toda filosofía es teórica o práctica. La filosofía teórica es la regla del conocimiento; la filosofía práctica es la regla del comportamiento en lo que atañe al libre albedrío” Immanuel Kant (“Lecciones de Ética”)

La sociología busca definirse como una rama de la ciencia experimental, en lugar de ser, de hecho, algo cercano a la filosofía tradicional. Para ello deberá partir de aspectos observables y cuantificables, organizados en una forma axiomática. La esencia de una teoría científica radica en la existencia de estos tres elementos. Tales aspectos serán necesarios, pero no suficientes, para el logro de una teoría compatible con la realidad.

Existen quienes aducen que la sociología, y las ciencias sociales en general, no tienen porqué seguir de cerca al método de las ciencias exactas. Sin embargo, es oportuno recordar que el proceso de axiomatización, iniciado por Euclides con la geometría, es luego utilizado por las humanidades, como es el caso de la “Ética demostrada según el orden geométrico”, de Baruch de Spinoza, mientras que posteriormente lo emplea Isaac Newton en física.

Un sistema filosófico está constituido por dos ramas principales, siguiendo la opinión de Kant:

1) Filosofía teórica (teoría del conocimiento)
2) Filosofía práctica (ética)

La primera busca la Verdad, mientras que la segunda apunta hacia el Bien. Sin embargo, en el propio ámbito de la filosofía, algunos sectores han dejado de lado tanto la búsqueda de la Verdad como del Bien, siguiendo la tendencia impuesta por el relativismo cognitivo y moral. De ahí que uno de los objetivos a lograr por una teoría sociológica ha de ser, precisamente, el establecimiento de un sistema científico con objetivos similares al de los antiguos sistemas filosóficos.


LIBERTAD DE ELECCIÓN

“Somos libres de hacer lo que es bueno o lo que no lo es; no hay fuerza en el universo que nos obligue a obrar de determinado modo” S.E. Frost (“Las enseñanzas de los Grandes Filósofos”)

A partir del pensamiento basado en la ciencia, se van obteniendo conclusiones que dejan de pertenecer al estricto ámbito científico, por lo cual es necesario establecer ciertos principios con menor posibilidad de verificación. Aun cuando no sean verificables, es necesario establecer cierto ordenamiento, de tipo axiomático, para hacer accesible su comunicación a los demás.

Entre los aspectos de difícil verificación se encuentra el problema de la libertad de elección dentro del marco de un mundo regido por leyes invariantes. En primer lugar, es oportuno decir que tales leyes involucran incluso a las leyes probabilistas, en donde no existe un determinismo riguroso, sino tan sólo un determinismo estadístico, o de los grandes números, como es el caso de las leyes que gobiernan al micromundo, y que tienen alguna influencia a nivel de nuestros propios pensamientos.

De todas formas, si bien existe un determinismo que vincula causas y efectos en una manera bastante estricta, no debemos olvidar que es el individuo el que elige en cada momento las condiciones iniciales en toda secuencia de causas y efectos, en donde radicaría la libertad de elección y la responsabilidad correspondiente.

Aun cuando alguna vez podamos describir aceptablemente los distintos procesos asociados al comportamiento neuronal, sería imposible prever la enorme cantidad de información que acepta o rechaza cada individuo en su cotidiano vivir, por lo que la libertad de elección estaría asociada a esa imposibilidad.

La no intervención divina, respecto de las secuencias de causas y efectos, es otro motivo para pensar en cierta libertad asociada a todo individuo; pero una libertad de elección restringida o limitada por las posibilidades que permite la ley natural.

Podemos hacer un resumen de los fundamentos filosóficos asociados a la presente descripción de la realidad:


1) Existen leyes naturales que rigen todo lo existente, ya sea materia, mente, vida, etc. (Inmanencia)
2) Dichas leyes son invariantes en el espacio y en el tiempo, por ser propiedades de la sustancia única (Invariabilidad)
3) El hombre establece las condiciones iniciales en cada secuencia de causas y efectos asociados a su vida (Libre elección)
4) Describimos al orden natural existente como si fuese el logro de la voluntad de un Creador que ha dado al universo cierta finalidad implícita (Finalidad)
5) Al aceptarse la existencia de leyes invariantes, sólo nos queda, como única opción, adaptarnos a las mismas (nos guste, o no, el “diseño” realizado) (Adaptación)


DECADENTISMO

“Cuando la crisis cunde, hay entre las actitudes espirituales una que pretende presentarse como la única válida y legítima: es la actitud de aquel que renuncia a la autoridad y acepta el desorden, echándose encima la crisis como una carga que hay que llevar hasta quedar aniquilado, como una pena que hay que expiar hasta la destrucción de nosotros mismos” Norberto Bobbio (“El existencialismo”)

Mientras que la crisis es tomada a veces como un trampolín para salir adelante, hay quienes la adoptan como si ella misma fuese el sentido de la vida del hombre. Esta actitud, denominada “decadentismo” es la que ha generado la filosofía de la crisis, el existencialismo, que es también la crisis de la filosofía (según la opinión de Norberto Bobbio).

El existencialismo, centrado en el individuo, se opone a los sistemas filosóficos que consideran a la generalidad de los hombres y a sus aspectos comunes. Incluso se opone a la ciencia, ignorando que existen tales aspectos, además de aquellos estrictamente individuales. Por estas razones, el existencialismo resulta de interés dentro del estricto ámbito de la filosofía académica. Fuera de ese ámbito, pareciera ser incapaz de orientar al hombre por el mejor camino.

Como ejemplo de las extrañas conclusiones surgidas de la mente de algunos filósofos, podemos mencionar al escritor Albert Camus, quien comienza su libro “El mito de Sísifo” con la siguiente afirmación: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicido. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. Esto dista bastante de la filosofía tradicional que trata de buscar respuestas a los grandes interrogantes humanos asociados al conocimiento y a la ética.


HACIA EL RACIONALISMO

“Cuando se trata de validar la verdad de una afirmación, el budismo le confiere la mayor autoridad a la experiencia, un segundo lugar a la razón, y por último a las escrituras” Dalai Lama (“Entrena tu mente, cambia tu cerebro” Cita)

Tener como objetivo el logro del conocimiento verificado en forma experimental trae asociada una tendencia hacia el pensamiento racional (en oposición a irracional). Si todo lo existente está regido por leyes invariantes, podemos hablar de cierto orden natural del cual nuestro propio pensamiento hereda su coherencia interna.

Así como en el ámbito de la matemática existen conjeturas no demostradas (incluso conjeturas que nunca lo serán debido al teorema de Gödel) y que favorecen el progreso de dicha rama del conocimiento, es posible la existencia de conjeturas, en las ciencias sociales o en la filosofía, que pueden ser útiles para el progreso del conocimiento.

Podemos mencionar algunos de los requisitos que propone la postura racionalista:

a) Únicamente tienen validez en el ámbito de las visiones del mundo las convicciones verificadas o perfectamente verificables.
b) Se niega valor cognoscitivo de todo contacto con el mundo no susceptible de ser íntegramente verbalizado.
c) Se desestima como ininteligibles e inaceptables todos aquellos juicios que no resultan susceptibles de traducción al lenguaje de las ciencias empíricas o a los términos usualmente referidos a los objetos de la vida cotidiana. Se equipara inteligibilidad con verificalidad.
d) La probabilidad de eficacia de la acción es proporcionalidad a su racionalidad.
e) Un pensamiento racional en todas sus dimensiones coadyuva, sin excepción, al progreso del pensamiento racional.
f) Se deben eliminar, en todos los casos, los términos ambiguos en nuestro lenguaje.
g) Se recomienda la racionalización de las reacciones emocionales (De “El racionalismo como ideología” de Leszek Kolakowski)


Si bien existen aspectos contraintuitivos del orden natural, tal el caso del comportamiento cuántico en los niveles atómico y nuclear, no debemos considerarlos como un conocimiento irracional, ya que la coherencia lógica y la racionalidad correspondiente las encontramos en las matemáticas que se emplean para describir tales fenómenos.

Es indudable que el conocimiento humano tiende hacia el racionalismo, sin que por ello deba rechazarse todo escrito que no cumpla con algunos de sus requisitos. Si bien todo conocimiento debe poseer coherencia lógica para su posterior aceptación, habrá escritos que no encuadran en el marco científico sin que por ello carezcan de validez.


PENSADORES

“Newton declaraba que sólo pensando siempre en la misma cosa había llegado a la soberana ley de la atracción universal”. “En el sabio existen dos aspiraciones que obran con desusado vigor: el culto a la verdad y la pasión por la gloria” Santiago Ramón y Cajal (De “Grandes Pensadores” Cita)

Generalmente, cuando se hace referencia a los “pensadores”, nos imaginamos algún escritor o algún científico exitoso. Sin embargo, la actividad intelectual es desarrollada también por personas comunes. Es oportuno mencionar algunos consejos que el físico Guido Beck le “enseñó con el ejemplo” a su alumno Mario Bunge:

a) Comienza por apresar un problema abierto y formularlo con claridad.
b) Piensa con tu propia cabeza: se dueño de la literatura, no su esclavo.
c) No sigas la moda
d) No permitas que la política o la administración interfieran con tu investigación.
e) Diviértete con tu trabajo

(De “Controversias en física” de Mario Bunge)

Si bien estos consejos están destinados al investigador, pueden también ser de utilidad para el pensador cotidiano, ya que no existe una diferencia esencial entre ambos, exceptuando que el primero es el que llega a escribir el libro que siempre quiso leer; es el que va más allá del conocimiento disponible y el que no puede vivir plenamente si no conoce la verdad.

Es lamentable que la filosofía especulativa trate de imponer su “método” a las ciencias sociales, desconociendo el carácter científico que éstas pretenden lograr. Para algunos, la verificación no es esencial para lograr el conocimiento, sino la disputa verbal y el debate; algo propio de las discusiones de los antiguos sofistas. Incluso, como su lenguaje es oscuro y confuso, producto de cierta irracionalidad subyacente, suponen estar en la cima de la intelectualidad calificando despectivamente a quienes no son capaces de acceder a tal enredo de frases y palabras.

El científico debe tener puestos sus ojos en la realidad y no en las distintas opiniones sobre la realidad. Esta actitud debe ser compartida por el filósofo, excepto cuando estudia Historia de la Filosofía, en donde debe enfatizar en el pensamiento de distintos autores.

Sorprende, en algunos escritos que pretenden ser filosóficos, la ausencia de todo tipo de restricción. Veamos algunos de los aspectos que se desconocen:

a) Ley natural: al ignorarse su existencia, los escritos pueden conducir a mundos imaginarios o inexistentes, tal como el mundo de los dibujos animados y la fantasía.
b) Verdad: al suponerse inexistente una verdad objetiva, se cae en el subjetivismo.
c) El Bien: al suponerse inexistentes las causas que lo provocan, como algo objetivo, no existen restricciones éticas en cuanto a la influencia que puedan tener los escritos realizados.

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