domingo, 11 de septiembre de 2011

VI Comportamiento



VIRTUD, HIPOCRESÍA Y CINISMO

“La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud” La Rochefoucauld

Podemos decir que la virtud consiste en adoptar una actitud cooperativa. Mediante la misma el individuo obtiene un elevado grado de felicidad siendo capaz de compartir ese estado anímico con las personas que le rodean.

Cuando le quedan todavía resabios de la actitud competitiva, no queda del todo convencido que la cooperación es el mejor camino. En ese caso, reconoce la virtud, pero no actúa conforme a ella, sino que finge hacerlo, por lo que decimos que tal persona es hipócrita.

De tanto criticar la hipocresía y de tanto escuchar opiniones favorables al relativismo moral, el individuo puede llegar hasta el cinismo, ya que ni siquiera admite la existencia de la virtud y actúa según le viene en ganas, ignorando cualquier tipo de norma moral, cualquiera sea su origen.


NEGLIGENCIA

“La negligencia y la disidencia producen en el mundo más males que el odio y la maldad” Wolfgang Goethe

Así como un sistema de numeración resulta eficaz cuando utiliza el cero, una descripción del comportamiento humano podrá ser fidedigna si tiene presente la negligencia, o la inacción. A pesar de las necesidades de todo tipo padecidas por muchos habitantes, existe un gran porcentaje que no trabaja; no sólo porque no puede, sino porque no quiere hacerlo.

Alguna vez se vio en la televisión una protesta en la que participaban jóvenes de unos veinticinco años de edad que pedían al Estado que les proveyera una “casa digna”. Pedirle al Estado que les otorgue una casa es equivalente a pedirle al resto de la sociedad como si se tratase de alguien impedido para trabajar. Debe destacarse que una “casa digna” es aquella que fue lograda mediante medios dignos, como el trabajo.

Cuando algunos alumnos universitarios reclamaban ciertas ventajas, en su calidad de pobres, el médico y Premio Nobel Bernardo Houssay les mencionaba que él mismo “se mantenía por sus propios medios desde los trece años de edad”. Para algunos, la pobreza es una situación momentánea, mientras que otros llevan marcada en sus mentes la prédica populista que los ubica en una situación inferior.

Mientras que un periodista televisivo mostraba cierta indignación por el hecho de que algunos niños acompañan a sus padres en sus labores en la agricultura, trabajando también ellos, no sienten un malestar similar al enterarse que unos 800.000 adolescentes en la Argentina no estudian ni trabajan. Como está prohibido el trabajo de los menores, y ante la opción de no estudiar, como frecuentemente sucede, sólo les queda la vagancia con el riesgo inmediato asociado al vicio y la delincuencia.

Los niños que acompañan laboralmente a sus padres, seguramente aprenderán hábitos de disciplina y de trabajo, y estarán lejos de los riesgos que corren quienes pasan sus horas en las calles perdiendo el tiempo y marginándose de la sociedad en forma peligrosa. Pareciera que los políticos quieren proteger, con sus leyes, a los menores, sobre todo para que no vayan a caer tempranamente en la “explotación” empresarial, pero no han tenido en cuenta los otros peligros que les acechan.


INSTANCIAS LÍMITES

“La ignorancia del bien y del mal es lo que más perturba la vida humana” Marco Tulio Cicerón

Quienes sostienen que el cambio social provendrá principalmente de la mejora del orden legal establecido, deben tener presente que existen otras instancias previas que restringen el accionar individual a la vez que lo orientan por el camino ético adecuado.

La primera instancia es la propia conciencia moral individual. Esta conciencia no es otra cosa que el propio proceso cognitivo general aplicado al conocimiento de las causas que producen el Bien y el Mal. Así, cada individuo, a menos que padezca alguna disminución psíquica, puede vislumbrar los efectos que sus acciones ocasionarán en los demás.

Si la instancia anterior no se cumple, será entonces el medio familiar el que deberá tratar de poner límites a su accionar. Si esta segunda instancia, por alguna razón, resulta insuficiente, será el medio social el que esta vez deberá encauzarlo por la senda del Bien.

Si las tres instancias previas no logran éxito, sólo quedará una última posibilidad y estará asociada al límite impuesto por las normas legales establecidas. De ahí que las leyes deben actuar cuando ya fallaron otras instancias; situación crítica para el individuo y para la sociedad.

Una de las causas que apuntan en contra de la eficacia de las tres primeras instancias, es la preponderancia del relativismo moral ya que, al considerarse que no hay normas objetivas de conducta, sino que son tan sólo convencionalismos que pueden cambiar con las épocas, o con las distintas sociedades, no existen ideas claras para orientar al individuo por el camino del Bien, porque tampoco se supone que exista tal concepto.


CAMBIO SOCIAL

“Todo modelo de una estructura social implica un modelo de cambio histórico-social; la historia consiste en los cambios que sufren las estructuras sociales” H.Gerth y C. Wright Mills (“Carácter y Estructura Social”)

Toda propuesta ética, ya sea de origen religioso, filosófico o científico, no sólo debe describir aceptablemente al hombre y a la sociedad, sino que también debe proponer una sugerencia de mejoramiento individual y social. Así, luego de establecer lo que el hombre es, ha de proponer una optimización de ese comportamiento para llegar a lo que el hombre “debe ser”.

En épocas de crisis surge la imperiosa necesidad de establecer cambios en la sociedad. Una de las posibilidades consiste en establecer, a partir del Derecho, mejores leyes, para que, exteriormente al individuo, permitan lograr un mejor ordenamiento social. Otra posibilidad consiste en promover una revolución, método poco exitoso históricamente, mientras que la tercera posibilidad consiste en encontrar la información básica que nos permita establecer una mejora ética generalizada.

A esta información podemos denominarla “ideología”, ya que ha de estar materializada por un conjunto ordenado de ideas que deberá ser aceptado y comprendido por la mayoría de las personas, para que produzca los efectos deseados.

Si bien se emplea generalmente la palabra “ideología” para denominar a un conjunto de ideas con poco o ningún fundamento científico, en este caso adoptamos un término cuyo significado se asocia a lo que podríamos denominar “ciencia de las ideas”.

En lugar de esperar que el lector “crea” en el mensaje recibido, o “esté de acuerdo” con el mismo, es deseable que pueda decir finalmente si la información recibida es “verdadera”, o no.


COOPERACIÓN EN LA SOCIEDAD

“Si quisiéramos buscar una palabra que definiese la sociedad mejor que ninguna otra, esa palabra sería cooperación. Lo que hay que entender, y tiene suma importancia, es que, contrariamente a las creencias de la escuela de pensamiento de la ‘supervivencia del más apto’, el hombre no necesita crear un espíritu cooperativo que lo eleve sobre el nivel de sus esfuerzos ‘salvajes’ para ser distinto. De ninguna manera. Los impulsos hacia la conducta cooperativa se encuentran presentes en él desde el nacimiento y sólo necesitan ser cultivados. No hay ni rastros de evidencias en el sentido de que el hombre nazca con impulsos ‘hostiles’ o ‘malignos’ que deban ser vigilados y disciplinados” Ashley Montagu (“¿Qué es el hombre?”)

El individuo, para formar parte de un grupo social, o de una sociedad, se ha de vincular de alguna manera con los demás. La característica de todo vínculo radica en que es compartido por las partes unidas.

En general se acepta que los vínculos entre personas, para ser duraderos, deben estar ligados a nuestros afectos. El amor, actitud por la cual compartimos las penas y las alegrías de nuestros semejantes, es el vínculo básico de todo grupo y de toda sociedad humana. Este vínculo permite, por otra parte, la existencia de la cooperación entre seres humanos, como es deseable que ocurra.

Una postura “revolucionaria” fue el marxismo, que proponía, como vínculo entre los hombres, no al amor, sino al trabajo y a los medios de producción. La hoz y el martillo representan tales vínculos, de la misma manera que la cruz (asociada al amor) representa el vínculo propuesto por el cristianismo.

En el socialismo, justamente, al aceptarse tales vínculos, la sociedad dejó de parecerse a una familia para llegar a ser una gran sociedad anónima. Los vínculos materiales, no basados en los afectos, son vínculos no naturales que, generalmente, no unen a los seres humanos, sino que los atan con la consiguiente pérdida de libertad.

Las ideologías propuestas desde la ciencia, la filosofía y la religión, deberían contemplar la orientación del hombre hacia la cooperación. Toda ideología de adaptación debería alejarlo de las actitudes competitivas que impiden el crecimiento de la sociedad y de la humanidad.

Quienes creen que los grandes avances del conocimiento fueron motivados por actitudes competitivas, pueden indagar en las biografías de los grandes científicos y verán que sus obras requerían, para su realización, de una gran necesidad de conocimientos, sin excluir, en muchos casos, actitudes competitivas, ciertamente.


MARGINACIÓN

“Odiando, uno depende de la persona odiada. Es un poco esclavo de la otra. Es su sirviente” Jorge Luis Borges

Una de las formas más penosas de marginación social se produce a través del odio inducido en una persona por la influencia de otra, ya que el odio implica, entre otros aspectos, burla y envidia, actitudes que se dan en una misma persona. Mientras que la burla es un reflejo de cierta alegría propia ocasionada por el sufrimiento ajeno, la alegría ajena ocasionará tristeza propia. Y el que se burla en cierta circunstancia, en otras sentirá envidia.

Generalmente se odia a quien se supone superior, de ahí que quienes predican el odio hacia algún sector de la humanidad, en cierta forma proponen la existencia de hombres superiores y también inferiores. Ubicarlos en el grupo de los inferiores, estimulando su odio, significa degradarlos hasta el nivel más bajo posible.

Los países imperialistas han tratado de legitimar su accionar convenciendo previamente, a los que luego fueron dominados, de que eran incapaces de gobernarse por sus propios medios. De igual forma, el populista convence a su propio pueblo de su inherente incapacidad para pensar y tomar decisiones propias, tratando de establecer hacia ellos una especie de “imperialismo interno”.

La dependencia a través del odio es mucho más denigrante que la dependencia económica, ya que no existe mejor forma de justificar el fracaso que culpar a los demás por nuestros propios errores. Los ideólogos populistas usan a los más humildes para que vayan allanando el camino para la conquista del poder total

Quienes están ávidos de poder, tratan de alcanzarlo a través del Estado. Previamente han convencido al pueblo de que los pobres constituyen una “casta rígida” de la cual nunca podrán salir y que tampoco tienen capacidad para hacerlo, excepto que lo logren a través del promocionado totalitarismo.

Como ejemplo de quienes vencieron a los imperialismos, que incluso afectaron a sus propios pueblos, podemos mencionar a Cristo y a Gandhi. Pero esa liberación no se produjo como consecuencia de predicar el odio, sino proponiendo un mejoramiento ético individual, haciéndolos sentir superiores a sus adversarios. Los pueblos fuertes logran su libertad, mientras que los pueblos debilitados por el odio y la negligencia sólo consiguen cambiar de amos.


FELICIDAD

“Sólo hay una manera de encontrar la vida dichosa, y es buscando el bien y la verdad. Para estar contento de la vida hay que hacer buen uso de ella” J. Ernest Renan

En cuanto al logro de la felicidad, existen variadas opiniones acumuladas a lo largo de toda la historia, aunque, sin embargo, es posible encontrar algunos aspectos comunes que nos ayudarán a llegar a algunas conclusiones concretas.

Toda ética propuesta, ya sea cooperativa o competitiva, individualista o colectivista, tenderá a proporcionar al individuo cierto grado de felicidad que será diferente en cada caso. No es lo mismo tratar de beneficiarse simultáneamente con los demás que competir contra ellos, o buscar el beneficio de otros mediante un perjuicio propio. El grado de felicidad resultante, en cada caso, nos dará una medida de la efectividad de la ética propuesta.

La felicidad óptima será el resultado de seguir las sugerencias brindadas por la ética natural. Si no es óptimo el resultado, habrá que replantear tal ética hasta lograrlo.

Muchos autores coinciden en que la felicidad se logra en una forma indirecta, como un premio obtenido al ejercer una acción social orientada a los demás. Por el contrario, es posible que no la consigamos cuando la buscamos en una forma directa, como un indicio de que pensamos tan sólo en cada uno de nosotros mismos.

La prioridad de nuestros objetivos deberá ser el que ubica a los aspectos afectivos en un primer lugar, los intelectuales luego y finalmente los materiales. Ello se debe principalmente a que nuestra felicidad ha de ser compartida por los demás, mientras que también compartiremos la felicidad de los demás. Esta felicidad compartida es la meta a lograr. Se cumplirá aquello de que “Alegría compartida es doble alegría; dolor compartido es medio dolor”.

El egoísmo y el espíritu competitivo se oponen al logro de un elevado grado de felicidad. De ahí que existe cierta incompatibilidad entre la búsqueda de la felicidad y la propuesta de gran parte de quienes adhieren al liberalismo económico. Resulta dificultoso ser egoísta y competitivo en ciertas circunstancias y amable y cooperativo en otras. La existencia de la actitud característica en las personas impide esta dualidad de objetivos y tendencias.


CELOS

“La envidia y los celos no son vicios ni virtudes, sino penas” Jeremy Bentham

Mientras que la envidia implica un sufrimiento propio ocasionado por la felicidad ajena, los celos pueden considerarse como una envidia de tipo afectivo. En este proceso participa un mínimo de tres personas: la persona A da muestras de afecto a la persona B, mientras que la persona C si siente mal por ello. C siente celos de B por el afecto de A.

Cada vez que ocurre una situación indeseable, es posible encontrar al causante, o a los causantes, de la situación. En el caso mencionado, podemos decir que la capacidad de amar de A no es tan grande como se espera y da la sensación que destina todo su afecto, y todos sus pensamientos, a una persona, y que no le quedara predisposición para destinar algo a los demás.

El otro posible culpable de la situación es la persona que más sufre, quien se siente mal por no recibir el afecto y la atención que espera. Tal es el caso del que da pocos motivos para despertar la estima de los demás.

Los celos no aparecen sólo entre seres humanos, sino también en la interacción entre humanos y animales domésticos, por lo que es un proceso de origen biológico, antes que cultural. De todas formas, su comprensión puede ayudar a mejorar algunos casos que puedan presentarse.

La carencia de afectos y de aceptación social ha llevado a algunas personas a adoptar actitudes antagónicas y violentas en contra de la sociedad. Si uno no recibe de los demás aquello que espera y necesita, reclamará por ello.

Una de las posibles soluciones radica en la ampliación de nuestro ámbito afectivo. Cuando son varias las personas cercanas, afectivamente hablando, se reducirán las expectativas respecto de lo que se ha de recibir de una de ellas.

Mientras que la acción ética depende no sólo de las actitudes básicas del individuo, sino también de sus aptitudes mentales que le permiten prever vínculos causales y sus consecuencias, el afecto hacia los demás no depende sólo de nuestras actitudes básicas, sino de la predisposición que tengamos para destinar parte de nuestro razonamiento, de nuestro tiempo y de nuestra memoria hacia las distintas personas que nos rodean.


EXCESOS

“La sobreestimación es estimar a alguien, por amor, en más de lo justo”. “El menosprecio es estimar a alguien, por odio, en menos de lo justo” Baruch de Spinoza (“Ética”)

El que estima de sobremanera tanto las aptitudes como las pertenencias que alguien posee, por lo general menospreciará de igual forma a quienes carezcan de ellas. Así, el que valora excesivamente los atributos estéticos, o físicos, de las personas, menospreciará en otras circunstancias a quienes muestren limitados atributos en tales aspectos.

Quienes admiran a los que poseen valores materiales y viven en el lujo, menospreciarán a quienes viven en forma sencilla, o a quienes poco poseen. De igual manera, quienes suponen que la felicidad depende exclusivamente de los valores materiales disponibles, piensan que necesariamente las personas pobres han de vivir en un penoso y continuo tormento, aunque muchas veces las cosas sean diferentes a lo que se cree, como es el caso del millonario que ha perdido el sentido de su vida.

Por el contrario, quien valora a las personas por sus atributos éticos e intelectuales, pocas veces menospreciará a quienes pocos atributos posean en esos aspectos; por el contrario, se preocupará para que ellos también los posean, ya que los valores éticos son, en principio, accesibles al hombre común.


LO PEOR EN EL HOMBRE

“No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior” Friedrich Nietzsche

La evolución biológica ha provisto a los mamíferos de atributos que favorecen la cooperación entre sus miembros. Tal como hemos observado tanto en seres humanos como en animales domésticos, la madre tiende a compartir el sufrimiento de sus hijos por lo cual el sufrimiento de éstos será su propio sufrimiento, llevándola a hacer lo imposible por evitarlo.

Podemos decir que el individuo con elevada capacidad para compartir las tristezas y las alegrías de sus semejantes habrá de estar en el lugar más elevado en una sociedad que busca la cooperación entre sus miembros.

Algo más abajo, en una escala de valores que hace referencia a ese tipo de asociación cooperativo, habrán de estar los reptiles, ya que éstos, según afirman los biólogos, no poseen la capacidad de compartir el sufrimiento de sus propios hijos, y tampoco, por supuesto, de otros miembros más alejados de su especie.

Existe aún una categoría inferior y es la del hombre burlesco. Ello es así por cuanto con la burla tiende a alegrarse de los males ajenos, mientras que con la envidia se entristece por el bien de los demás. Puede observarse que esta actitud, al generalizarse, lleva al ser humano a formar parte de una sociedad competitiva y violenta.


REBELIÓN

“Es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad es esta en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva” José Ortega y Gasset (“La rebelión de las masas”)

La crisis social, asociada a la crisis moral en que está involucrada la mayoría de la población, se ve favorecida por la ausencia previa de una intelectualidad influyente, o bien porque esa intelectualidad lo hace en forma negativa. Cuando su lugar ha sido ocupado por el hombre masa, que se opone a aceptar instancias superiores buscando imponer su voluntad, tenemos el fenómeno social descripto por José Ortega y Gasset como “la rebelión de las masas”.

Así como resulta tan necesario conocer las causas que conducen al Bien como las que conducen al Mal, es oportuno preguntarse no sólo acerca de lo que “el hombre debe ser”, de manera de orientarnos hacia el futuro, sino que también debemos indagar acerca de lo que “el hombre es” tanto como lo que el hombre “no debe ser”. En este caso podemos hacer una síntesis de los atributos asignados por Ortega y Gasset al hombre masa:

1) Tiene derechos y no deberes
2) En lugar de ser agradecido es exigente
3) Se siente vulgar y trata de imponer su vulgaridad
4) No se rige por leyes, sino que presiona para imponer su voluntad
5) No trata de perfeccionarse, sino de seguir siendo lo que siempre fue
6) Al no confiar en su éxito personal, adhiere a gobiernos demagógicos o populistas
7) Carece de nobleza, por lo que tampoco está obligado por ella
8) Odia a los mejores y desea suplantarlos
9) Se niega a aceptar instancias superiores careciendo de docilidad


El predominio del hombre masa se ve favorecido por políticos que lo promueven y lo justifican, por lo que no resulta extraña la vigencia de ideologías como el fascismo y el marxismo; incluso en la actualidad puede observarse una predominante oposición a todo tipo de liberalismo.


PREOCUPACIONES

“Raramente pensamos en lo que tenemos, sino siempre en lo que nos falta” Arthur Schopenhauer

La palabra preocupación nos da idea de una ocupación previa, aunque en realidad es un sufrimiento anticipado. Nadie está exceptuado de tener preocupaciones, si bien la forma de sobrellevarlas es distinta en cada uno de nosotros.

Una de las mayores fuentes de preocupación proviene de la pobre valoración que dispensamos a todo lo que tenemos. Las preocupaciones, y el sufrimiento asociado, actuarían como un castigo por nuestra ingratitud.

Es conveniente citar un procedimiento práctico, ideado por el industrial Willis H. Carrier, en momentos en que sus preocupaciones le crearon la necesidad de descubrirlo. El procedimiento consiste en los tres siguientes pasos:

1) Pregúntese que es lo peor que puede pasarle.
2) Prepárese a aceptar lo peor
3) Proceda a mejorar lo peor

A este método lo pueden poner a prueba quienes padezcan insomnio. Generalmente, lo que más mal puede hacer son las preocupaciones por el insomnio antes que el insomnio mismo. En este caso, lo peor que a uno puede sucederle es que amanezca cansado. Si uno se convence de esto, es posible que deje de autocontrolarse si durmió bien, o no, y así es posible que pueda comenzar a dormir mejor.


PREVISIÓN

“La predicción es la función primordial del cerebro” Rodolfo R. Llinás (“El cerebro y el mito del yo”)

Cada acción humana producirá algún efecto en el futuro. De ahí que “responsable” es el que tiene presentes los efectos que ocasionarán sus acciones. El comportamiento ético proviene de la elección previa de aquellas acciones que producirán buenos efectos, tanto en el individuo como en la sociedad. Por el contrario, “irresponsable” será quien pocas veces tiene en cuenta los efectos que seguirán a sus acciones, lo que equivale a desconocer algún criterio ético.

La base de nuestra adaptación al medio natural y social radica en nuestra capacidad para prever acontecimientos. La falta de previsión, por lo tanto, será una medida de nuestro grado de desadaptación. De ahí que una mejora en el nivel de adaptación implicará una mejora de nuestro nivel ético.

En el caso del aborto, hay quienes aducen que debe legalizarse para evitar que niños pobres tengan una vida desdichada. Quien no concuerde con esta postura, será visto como un hipócrita, o algo peor. Por el contrario, teniendo en cuenta que el pobre es también un ser humano, debemos contemplarlo como un ser capaz de aceptar criterios éticos y, por lo tanto, capaz de prever efectos futuros de cada una de sus acciones.

Si, por el contrario, suponemos que se trata de un ser viviente guiado por instintos y por el principio de placer, renunciamos por siempre a la posibilidad de “humanizarlo”. La ley humana no debe legitimar actitudes irresponsables, sino contemplar la posibilidad de promover actitudes éticas que ayuden a encauzarlo hacia su esencia humana.

Los abortos masivos son una de las consecuencias del libertinaje y del relativismo moral; tendencias aceptadas por gran parte de la sociedad. El lema adoptado pareciera ser: “Sigue viviendo en el sagrado libertinaje, pero cuídate. Utiliza a los demás seres humanos como simples objetos de placer ya que ellos darán satisfacción a tus instintos, pero trata de evitar embarazos”.

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