domingo, 11 de septiembre de 2011

CONTENIDO



I. El Universo y el hombre

Qué hacer. Si volviera Aristóteles. Reencantar al mundo. Adaptarnos al mundo. Inmanente y trascendente. Sentido de la vida. Vida inteligente

II. Leyes y adaptación

¿Qué es una ley natural?. La presión de las leyes. Universalidad de las leyes. Actitud adaptativa. Azar y finalidad. Determinismo y destino. Libertad

III. Ética

Actitud característica. Ética objetiva. Relativismo moral. Dimensiones del hombre. Ética competitiva. Otra ética competitiva. Entre el altruismo y el egoísmo. Ética desde la ciencia. Ética individualista. La ley del Cesar. Gobierno para todos. Término medio. Solidaridad. Obligaciones morales. Conciencia moral. Justicia. Libertinaje. Deberes y derechos. Posmodernidad. Medios y fines.

IV. Economía

Economía de mercado. Liberalismo. Ética empresarial. Capitalismo financiero. Capitalismo estatal. Pobreza. Falacias económicas. Metas económicas. Distribución de la riqueza. Sociedad de consumo. Pensamientos cortos y largos. La sociedad del conocimiento. Inmigración y capitales. Propiedad. Vivir con lo nuestro. Productividad y salarios. Calida de vida. Economía política. El ahorro

V. Globalización y desarrollo

Globalización. Contra la globalización. Sospecha de culpabilidad. Ideas influyentes. Países emergentes. Contra Occidente. Minorías dominantes. Tercera vía. Tecnología y Ética. Unidad Latinoamericana. Desarrollo. Subdesarrollo. Dependencia económica. Ideas Influyentes.

VI. Comportamiento

Virtud, hipocresía y cinismo. Negligencia. Favoreciendo el Bien. Cambio social. Instancias límites. Cooperación en la sociedad. Marginación. Lo peor en el hombre. Felicidad. Preocupaciones. Celos. Excesos. Previsión. Rebelión

VII. Religión

La idea de Dios. Fe religiosa. Conversión. Milagros. Ciencia y religión. La religión del futuro. Hacia la religión natural. Temor a Dios. La ruptura teológica. Mudable e inmutable. Inmortalidad. Revelación. Adaptación a la ciencia. Acción y contemplación. Materializar lo espiritual. Herejías y progreso. Superstición y ética. Antagonismos. Creencias sectoriales y subjetividad.

VIII. Conocimiento y ciencia

Intelecto y axiomas. Verdad. Inteligencia. Hipótesis. Ciencia. Método axiomático. Entidades, atributos y actividades. Lenguaje. Conocimiento organizado. Prueba y error. Lógica natural. Reduccionismo. Imágenes y palabras. Compatibilizando modelos.

IX. Filosofía

Filosofía de la historia. Contra la razón. Crisis en la filosofía. La ciencia como filosofía. Libertad de elección. Pensadores. Hacia el racionalismo. Abstracto y concreto. Debate y consenso. Realidad e idealización. Fundamentos vs. Fundamentalismo. Decadentismo. Intelectualidad y nihilismo. La sociología como sistema.

X. Política

La misión del político. La política actual. Populismo. Ideas e intereses. Antiliberalismo. Profecía de autocumplimento. Actitudes políticas. Poder. Imitar o emular. Utopías. El fin de las ideologías. Crisis y progreso. Justificación de la violencia. Inercia mental. Nacionalismo. Peronismo.

XI. Sociedad

Causas y efectos. Herencia e influencia. Igualdad y mérito. Violencia urbana. Igualdad. Orden social. Discriminación. Actitudes antisociales. Fuerzas de unión y de dispersión. Ecología. Buenas intenciones. Premios y castigos. Vida plena. Debilidad y fortaleza.

XII. Cultura y educación

Cultura. Identidad cultural. Relativismo cultural. Educación. Aprendizaje. Conocimiento e información. Acerca del sexo. Oposición y obediencia.

XIII. Humanidades y psicología

Psicología social. Inteligencia emocional. Neurosis. Neurociencia social. Personalidad. Conciencia colectiva. Depresión. Neurosis y mitos. Autoestima y pretensiones. Razón y emoción. Pensamientos y Emociones. Emociones. Fundamentos.




Autor:

Pompilio Zigrino

I El universo y el hombre



QUÉ HACER

“De lo existente, unas cosas dependen de nosotros; otras no dependen de nosotros” Epicteto (“Manual”)

En pleno siglo XXI, la humanidad transita por etapas de crisis. Es imprescindible lograr una mejora ética generalizada por cuanto la causa básica de toda crisis social radica en el inadecuado comportamiento del propio ser humano.

Si bien muchos opinan que el mejoramiento generalizado depende principalmente de las decisiones de los gobernantes, especialmente de los países poderosos, no es difícil advertir que todo proceso de cambio social requiere de la participación de todos y de cada uno de los integrantes de una sociedad.

Es posible que la información necesaria para poder revertir la situación esté ya disponible; quizás dispersa en los libros de religión, de filosofía o de ciencia, sólo que hace falta encontrarla, organizarla y hacerla accesible al ciudadano común.

La pregunta básica que siempre nos hacemos busca como respuesta aquello que debemos hacer en esta vida. No sólo debemos encontrar la información que satisfaga tal respuesta, sino que debemos también establecer una visión del mundo que nos induzca una actitud adecuada ante la vida, por cuanto un conjunto de normas éticas que esté desvinculado de una visión subyacente del mundo, poca influencia habrá de tener.

Tal es el propósito del presente libro; la búsqueda de la información básica y su posterior organización para hacerla accesible al ciudadano común. Si se tiene éxito en el objetivo propuesto, es posible que tal individuo adquiera un adecuado sentido de la vida y pueda así insertarse satisfactoriamente en la gran aventura asociada a la vida de cada hombre.

De toda la información disponible, sólo una pequeña parte nos podrá ayudar en nuestra cotidiana toma de decisiones. De ahí que nuestro interés se centrará en el conocimiento que nos induzca a encontrar las decisiones correctas.

No sólo es deseable que el lector obtenga una mejora de sus atributos éticos, sino que logre además un incremento de su propio nivel intelectual, para que pueda introducirse en el maravilloso mundo del pensamiento y del conocimiento.


SI VOLVIERA ARISTÓTELES

“La naturaleza está estructurada como un lenguaje. La pirámide de la complejidad se edifica en el curso del tiempo” Hubert Reeves (“El sentido del Universo”)

Cierto escritor contemporáneo imagina que se le presenta Aristóteles y le pregunta acerca de la visión que actualmente tenemos de nuestro universo, especialmente en relación con la visión que predominaba hace más de dos mil años. Esta situación nos exige una respuesta de gran generalidad y de ahí su interés.

Podemos decir que el mundo está construido como un lenguaje. Es decir, así como las letras forman palabras, y las palabras forman oraciones, hasta llegar a las páginas literarias y los libros; las partículas fundamentales dan lugar a los átomos, éstos a las moléculas, células, organismos, hasta llegar a la vida inteligente.

Se dice que existe una tendencia a la formación de mayores niveles de complejidad y, a su vez, a la formación de organismos con mayor nivel de conciencia, lo que constituye la ley de complejidad-conciencia propuesta por Pierre Teilhard de Chardin. Esta ley, que puede incluirse dentro del marco de la ciencia experimental o, al menos, que puede ser compatible con ella, nos indica la existencia de cierto sentido del universo, y de ahí de cierta finalidad aparente.

Si bien se aduce que no debiéramos asignar, desde una perspectiva científica, finalidades implícitas al universo, no debemos tampoco ignorar una tendencia que puede quedar corroborada por las teorías verificadas en la actualidad, tales como la teoría cosmológica del universo en expansión y la teoría de la evolución por selección natural.

La existencia de una finalidad implícita en el universo nos puede servir de orientación; si bien no podemos asegurar que la humanidad vaya a respetar tal tendencia imperante. Si vamos por un camino, podemos respetar la flecha que nos indica la dirección permitida, o bien podemos ir en la dirección opuesta, aunque los resultados serán distintos según que vayamos en uno u otro sentido.

En nuestra época, ya no esperamos mensajes de Dios que nos orienten respecto de cómo solucionar nuestros conflictos, sino que debemos indagar en el propio universo (y en nuestra propia mente) para adaptarnos a sus leyes y así poder encuadrarnos en su tendencia aparente.


REENCANTAR EL MUNDO

“Durante más del noventa y nueve por ciento del transcurso de la historia humana, el mundo estuvo encantado y el hombre se veía a sí mismo como parte integral de él” Morris Berman (“El reencantamiento del mundo”)

En la Edad Media, el hombre tenía una visión del universo bastante distinta a la que hoy disponemos. El hombre medieval suponía ocupar un lugar preferencial en el Universo. Por ser el hombre una creación de Dios, y por haberse hecho hombre el mismo Dios, no podría ocupar otro lugar que no fuese el centro del Universo.

El primer ataque que recibe la antigua imagen del mundo proviene del astrónomo Nicolás Copérnico, quien ubica al Sol en el centro del Universo conocido (o muy cerca de él). Pronto surgen protestas por parte de quienes se aferran a la antigua visión. Incluso argumentan que en la Biblia se afirma que “Josué ordenó al Sol que se detenga….”. Lo que implica que es el Sol el que se mueve y no la Tierra.

Comienza una época de conflictos entre los adherentes a Copérnico y sus opositores. Giordano Bruno termina sus días en la hoguera y Galileo Galilei debe abjurar de su postura a favor del sistema copernicano. Incluso ofrece su telescopio para que sus adversarios puedan observar algunas pruebas que favorecen tal sistema. La negativa de éstos no se debió sólo a la posibilidad de verse obligados a admitir el derrumbe de la visión del mundo vigente, sino a sentirse desplazados del lugar de privilegio que (los aristotélicos) ostentaban en el campo del conocimiento.

Posteriormente, Johannes Kepler encuentra que los planetas describen elipses, y no circunferencias, como suponía Copérnico. Finalmente Isaac Newton fundamenta la nueva visión del mundo que emerge junto con el perfeccionamiento de la mecánica y la astronomía.

En el siglo XIX otro hecho golpea la visión del hombre de la época. Charles Darwin, junto a Alfred Wallace, propone la teoría de la evolución por selección natural. Con ella pone en evidencia la realidad del proceso evolutivo y desacredita las interpretaciones textuales de la Biblia. El hombre primitivo no apareció como una creación directa de Dios, sino a través de una creación indirecta, implícita en los intrincados procesos de intercambio entre la materia y la vida.

Paulatinamente se vislumbra la necesidad de tomar como referencia a la naturaleza, la obra de Dios, para interpretar adecuadamente las simbologías bíblicas. De lo contrario, tomando como realidad a las propias simbologías, se llegaba a una visión distorsionada de la realidad.

Pero el desencantamiento del mundo no termina ahí. En el siglo XX, cuando Edwin Hubble y otros astrónomos descubren la expansión de las galaxias, se llega a la conclusión de que existen unas cien mil millones de estrellas por galaxia. Y que existen unas cien mil millones de galaxias en el Universo. La pequeñez del hombre, de la Tierra, e incluso de todo el sistema planetario solar, es asombrosa.

En la actualidad, sin embargo, es posible encontrar una visión del hombre que nos ubica nuevamente en una posición preferencial. No se debe precisamente a nuestras dimensiones espaciales, sino a que nos podemos sentir parte de un objetivo implícito en el marco del proceso evolutivo. Todo parece indicar, como se dijo antes, que existe una tendencia a la aparición de mayores niveles de complejidad y de conciencia. Somos parte del objetivo implícito de la secuencia que va desde las partículas fundamentales hasta llegar a la vida inteligente. Incluso nuestra propia adaptación cultural y su éxito posterior dependen enteramente de nosotros mismos, a través de las decisiones adecuadas que tratamos de vislumbrar en el presente escrito.


ADAPTARNOS AL MUNDO

“Es como si el hombre hubiese sido designado, de repente, director general de la más grande de todas las empresas, la empresa de la evolución, y designado sin preguntarle si necesitaba ese puesto, y sin aviso ni preparación de ninguna clase” Julian Huxley (“Nuevos odres para el vino nuevo”)

La palabra “adaptación” nos da idea de “hacernos aptos”. Así, si estamos en un lugar muy frío, nos “hacemos aptos” para vivir en ese ambiente abrigándonos adecuadamente. El proceso de adaptación es, en principio, simple: conocemos el ambiente (hace frío), nos conocemos a nosotros mismos (toleramos bajas temperaturas hasta cierto punto) y compatibilizamos ambos aspectos.

Mientras que la adaptación al medio ambiente no requiere de gran cantidad de información, al menos en el caso considerado, nuestra adaptación cultural al orden natural requiere, por el contrario, del conocimiento detallado del propio comportamiento humano; algo nada simple, por cierto.

Quien pretenda establecer una ideología de adaptación, además de encontrar información que sea compatible con la realidad, deberá convencer a un gran porcentaje de incrédulos, escépticos y “disidentes por naturaleza”; algo que impedirá el éxito esperado, aunque, al menos, vale la pena intentarlo.

La visión científica actual nos hace ver un mundo regulado por leyes naturales. Ni siquiera podemos imaginarnos un lugar del universo que esté exento del rigor de tales leyes. Las leyes se hacen para que exista orden. De ahí que, si hay leyes naturales, podemos decir que existe un orden natural.

A veces los seres humanos olvidamos preguntarnos acerca de cuál es la voluntad del Creador respecto de sus designios, o bien olvidamos preguntarnos acerca de cuál es el criterio implícito en el orden natural respecto de nuestra propia existencia. Debemos ponernos de acuerdo teniendo presente tales leyes y tal orden, de lo contrario, poco significantes habrán de ser nuestras conclusiones.

Mientras que la evolución biológica y la selección natural han ido formando nuestro cuerpo y nuestra mente, adaptándonos al medio en donde se desarrolla nuestra vida, nos queda a los hombres continuar tal proceso, al que denominamos “evolución cultural”. La evolución cultural implica principalmente el descubrimiento de leyes naturales desconocidas hasta el momento, o bien olvidadas en algunos libros de otros tiempos.

Este proceso nos presiona desde siempre, ya que podemos interpretarlo como el precio que el orden natural ha puesto a nuestra supervivencia. Así, deberemos ser capaces de obtener energía a partir de la fusión nuclear, especialmente en épocas previas al agotamiento de las reservas de petróleo y de uranio. De lo contrario, ocurrirá una crisis energética y social sin precedentes.

También las crisis personales nos indican la existencia de una pobre adaptación al orden natural, debida principalmente a la ignorancia de las leyes que rigen nuestra conducta (o bien porque no hemos logrado transmitirlas satisfactoriamente) para permitirnos obtener un adecuado nivel de felicidad y superar así los conflictos existentes.

De ahí que la misión primordial de la humanidad consista en aceptar la tarea que el universo nos ha asignado, respondiendo a ella en cuanto seamos consciente de ello.


INMANENTE Y TRASCENDENTE

“Dios o la naturaleza” Baruch de Spinoza (“Ética”)

Es posible considerar que todo lo existente está regido por regularidades que denominamos leyes naturales; tal la visión científica de la realidad. Luego, respecto del orden natural emergente, existen dos posibilidades; que tales leyes sean invariantes en el tiempo o bien que sean interrumpidas de vez en cuando por el supremo Creador.

Cuando Isaac Newton no pudo explicar las irregularidades existentes en el movimiento de Júpiter y de Saturno, supuso que, quizás, de vez en cuando, el Creador intervendría para poner las cosas nuevamente en orden. La solución de tal problema astronómico fue encontrada por Pierre Simón de Laplace, quien descubre que las irregularidades son sólo periódicas y que no hace falta tal intervención. “Yo no he tenido necesidad de esa hipótesis” responde ante la consulta de Napoleón acerca de la suposición de Newton.

Tenemos, pues, dos posturas distintas respecto del universo. La primera es la postura inmanente y la caracterizamos mediante la siguiente igualdad:

Universo = Dios = Naturaleza

Se supone que las leyes naturales son invariantes y se excluye todo tipo de intervención de Dios, tales los casos de los milagros y de la revelación. Esta postura se identifica con la ciencia experimental y es la que da lugar a la religión natural o deísmo. A los hombres sólo nos queda adaptarnos a dichas leyes a través de una actitud ética adecuada.

La otra postura, denominada trascendente, puede caracterizarse a través de la siguiente igualdad:

Universo = Dios + Naturaleza

El Creador estaría más allá de la naturaleza y existirá un mundo sobrenatural. El Dios trascendente se revelaría a algunos hombres y a veces habría de interrumpir las leyes por él establecidas. Esta postura se identifica con las religiones reveladas o religión tradicional.

Desde el punto de vista de la religión natural, se observan los pedidos a Dios, para que cambie sus leyes, como actitudes de rebeldía, mientras que la aceptación de Dios provendría del acatamiento a las mismas.

De todas formas, si suponemos que el Dios trascendente responde de igual manera en iguales circunstancias, mostrando una definida actitud característica, podemos interpretar la situación como que también está regido por las mismas leyes que asignó a los hombres, por lo que habría una identidad entre ambas posturas.

Podemos encontrar cierta semejanza entre la actitud favorable a aceptar al Dios que interviene en los acontecimientos humanos con la actitud del que desea recibir protección por parte del Estado, ya que en ambos casos se observa cierta preferencia por la protección antes que por la libertad.

Por otra parte, hay quienes se sienten seguros mientras saben que las “reglas del juego”, tanto las que rigen el mundo como las que rigen la sociedad, son invariables, optando por la libertad, aunque sin resignar la seguridad, aceptando la postura del Dios inmanente.

Si bien los hombres podemos preferir gobiernos estatistas o liberales, el mundo real, por el contrario, es inmanente o trascendente en forma independiente de nuestros gustos o de nuestros deseos.


SENTIDO DE LA VIDA

“Lo más profundo del hombre no es el deseo de poder ni el deseo de placer, sino el deseo de sentido” Viktor Frankl (“El hombre doliente”)

Cuando el hombre no encuentra un sentido a su vida, cae en el vacío existencial, el cual es el motivo de la mayor parte de los conflictos existenciales. El predominio del vacío existencial, en ciertas épocas, coincide que el auge de las posturas filosóficas nihilistas, ya que éstas suponen que la vida no tiene un sentido objetivo como tampoco lo tendría el universo en el que estamos inmersos.

En épocas pasadas, cuando tenía la religión un mayor predominio, el individuo contaba con un sentido para su vida y una plena significación para sus actos. De ahí que no era tan común encontrar gente con conflictos existenciales, como sucede en la actualidad.

A la luz del conocimiento actual, es posible hablar de la existencia de un sentido del universo, de un orden natural que ha previsto la aparición de la vida inteligente; incluso de la existencia de una ética objetiva y de un camino mejor hacia la felicidad, por lo que no es adecuado descartar la posibilidad de la existencia de cierto sentido objetivo de la vida al que nos presionan las leyes que rigen nuestro comportamiento.

Además del sentido propio e individual que cada uno quiera dar a su vida, existe un sentido asociado al propio universo y al de la humanidad toda. Como ciudadanos del mundo, debemos participar de la aventura de la vida humana y del proceso de adaptación al orden natural.

Toda acción proviene de una motivación; tal motivación consiste esencialmente en la existencia previa de una tensión, que es la diferencia entre lo que deseamos ser (o lo que deseamos lograr) y lo que en realidad somos (o hemos logrado). La ausencia de dicha tensión esencial, por el contrario, implica la ausencia de ambiciones y de metas anheladas por el hombre, careciendo la vida de motivaciones para la acción.

La simple búsqueda de placer no satisface las demandas de felicidad, ya que ésta se da como consecuencia de haber encontrado previamente un sentido y una significación para nuestra vida. El sentido de la vida es la motivación que nos hace vislumbrar el futuro evitando que miremos siempre hacia el pasado.

Cuando el hombre no tiene en claro porqué vive, o bien porque le falta ese porqué, puede caer en el conformismo al hacer lo que hacen los demás, o bien puede optar por someterse a los demás al obedecer los criterios que les son impuestos.


VIDA INTELIGENTE

“Abandonada a sí misma largo tiempo, bajo el juego prolongado de las probabilidades, la materia manifiesta la propiedad de ordenarse en agrupamientos cada vez más complejos y, al mismo tiempo, cada vez más impregnados de conciencia; este doble movimiento conjugado de enrollamiento cósmico y de interiorización (o centración) psíquica prosigue, acelerándose y avanzando todo lo lejos que es posible, una vez iniciado” Pierre Teilhard de Chardin (“La aparición del hombre”)

Podemos decir que es similar no saber leer, a saber hacerlo y no leer nunca, o a tener capacidad de observación y no hacerlo nunca. Un universo, sin alguien que lo observa, sería algo vano, al menos ante nuestra manera de pensar.

Mediante el pensamiento podemos compartir la grandeza del universo, hasta sentirnos una parte del mismo, compartiendo su eternidad. Desarrollar la actitud adaptativa es una necesidad imperiosa del individuo cuyos pensamientos van algo más allá de la realidad cotidiana.

La vida inteligente es el proceso natural más interesante e importante, por cuanto, asociado a su aparición, está no sólo el sentido de la humanidad, sino el sentido del propio universo. Con la aparición del hombre el universo adquiere conciencia de sí mismo. El proceso de la vida inteligente se hace coherente, a nuestro entendimiento, a partir del principio de complejidad-conciencia.

Bajo este principio encontramos tres etapas históricas, mientras que la cuarta todavía no se ha establecido, al menos en una forma convincente, y es la principal meta de la civilización:

a) Aparición de la materia (cosmogénesis)
b) Aparición de la vida (biogénesis)
c) Aparición de la vida inteligente (antropogénesis)
d) Predominio de la conciencia moral (noogenésis)

II Leyes y adaptación



¿QUÉ ES UNA LEY NATURAL?

“¿Qué es una ley? Es un vínculo constante entre un antecedente y un consecuente, entre el estado actual del mundo y su estado inmediatamente posterior” Henri Poincaré (“El valor de la ciencia”)

Podemos decir que una ley natural es el vínculo invariante entre causas y efectos, o entre estímulo y respuesta. Si nuestro mundo careciera de tales regularidades, sería imposible conocerlo, ya que sería imposible hacer predicciones respecto del comportamiento futuro de cualquiera de sus partes.

La ciencia es la rama del conocimiento que tiene como objetivo el estudio de las leyes naturales, las que revisten un carácter invariable en el espacio y en el tiempo. Si bien es notorio y evidente el cambio existente en nuestro planeta y en nuestro universo, se supone que el cambio está regido por leyes invariantes. Así, los astrónomos extrapolan las leyes descubiertas en la Tierra y las aplican a grandes distancias y a lejanas épocas del pasado, sin perder validez.

Sin embargo, las expresiones de las leyes que descubren los científicos están sujetas a cambios. Por ello decimos que la descripción de la ley natural invariante es la ley natural humana, sujeta a cambios, ya que se aproxima a aquélla en forma paulatina, en el acercamiento a la verdad.

Debido a que no es posible conocer con precisión simultánea la posición y la cantidad de movimiento de una partícula atómica, según el principio de indeterminación, se dudó de la validez de la causalidad en los fenómenos naturales. Sin embargo, ello no implica que el vínculo causal no se cumpla, sino que no podemos determinar completamente las condiciones iniciales, o causa inicial.

En el mundo atómico aparecen leyes que sólo establecen probabilidades para la ocurrencia de eventos, pero, aún así, podemos seguir con nuestra definición previa, sólo que la ley natural podrá ser tanto determinista como probabilista.

La imagen matemática de una ley natural es una función que vincula dos o más variables ligadas por el mencionado ente matemático. La definición matemática nos exime de planteos filosóficos de difícil solución.


LA PRESIÓN DE LAS LEYES

“El universo entero está sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha concebido, meditado y sancionado esta ley: desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles, aunque se escapara a los suplicios impuestos por los hombres” Marco Tulio Cicerón (“Tratado de la República”)

Las distintas leyes naturales nos presionan, mediante “premios y castigos”, a adoptar ciertas actitudes en lugar de otras. Incluso podemos decir que el sufrimiento es una medida del grado de desadaptación existente respecto del orden natural. Por lo que la felicidad habría de ser una medida del grado de adaptación al mismo.

Por alguna razón, seguramente previendo ventajas adaptativas, la evolución proveyó a los hombres de dos impulsos que nos llevan a dos tendencias contradictorias: cooperación y competencia.

Para asegurar la supervivencia del individuo, estamos dotados de cierto espíritu competitivo, tratando de superar a los demás y a no ser superados por éstos, mientras que, para asegurar la supervivencia del grupo social, estamos dotados de cierto espíritu cooperativo, que nos lleva a tratar de favorecer a los demás, excluyendo todo tipo de competencia.

Quizás el éxito de nuestra adaptación cultural responda a la elección de la proporción óptima de competencia y cooperación que deba integrar nuestra actitud característica. Quizás ese éxito sea logrado cuando sepamos encauzar nuestro espíritu competitivo en una competencia personal con cada uno de nosotros mismos; una competencia que nos llevará a tratar de ser más cooperativos que los demás.

Generalmente, cuando se dice que el hombre debe tratar de dejar de ser competitivo, se piensa en el que compite exitosamente, pero pocas veces se piensa en el que compite sin éxito, y que vive deseando el fracaso de los demás o ambicionando una sociedad igualitaria en donde se vea liberado de la envidia que invalida día a día su existencia.


UNIVERSALIDAD DE LAS LEYES

“Galileo empleó su telescopio (importado de Holanda) para observar las sombras proyectadas por los montes de la Luna. Al correlacionar la dirección de las sombras con la dirección de la luz solar, Galileo pudo afirmar que las leyes que producen la sombra eran las mismas en la Luna y en la Tierra” Abdus Salam (“La unificación de las fuerzas fundamentales”)

Existe una creencia, bastante generalizada en los ámbitos intelectuales, de que no es admisible hablar de una “verdad universal”, ya que sólo existirían verdades de validez sectorial o temporal. Esta postura se conoce como “relativismo cognitivo”.

En el ámbito de la ciencia, por el contrario, desde las épocas de Galileo, se acepta la validez universal de las leyes naturales. En el caso de la física, la palabra “universal” no sólo significa que tienen validez en todo el planeta, sino en todo el universo conocido. Al menos hasta ahora ha sido así.

Este contraejemplo resulta suficiente para invalidar la creencia mencionada. Además, como la química se fundamenta en la física (del átomo, principalmente), “hereda” de ésta tal universalidad. Lo mismo podemos decir de la biología respecto de la química, e incluso de la medicina respecto de la biología. Por lo que la validez universal de las descripciones científicas es bastante general.

Como ejemplo de ley física podemos mencionar la ley de Newton de la dinámica, que es la siguiente:

Fuerza = Masa x Aceleración

Esta ley, descubierta en el siglo XVIII, se sigue estudiando en todo el planeta debido a su elevado grado de adaptación al mundo físico. Sin embargo, como toda ley científica, tiene su propio campo de aplicación. Ello implica que resulta aplicable sólo en fenómenos físicos en los que las velocidades de desplazamiento son bastante inferiores a la velocidad de la luz y la cantidad de acción involucrada es bastante mayor a la asociada a la constante de Planck. Si no se tienen en cuenta tales restricciones, aparecerán diferencias apreciables entre teoría y experimentación.

Debido a que el comportamiento ético del hombre constituye un tema de investigación de la psicología, de la neurociencia y de otras ciencias que describen al ser humano, los resultados obtenidos (acertados, o no) tendrán también validez general, ya que el error producido depende de la diferencia existente respecto de las propias leyes naturales a describir. Por estas razones, quedaría excluido el relativismo moral, ya que deriva en forma directa del relativismo cognitivo.


ACTITUD ADAPTATIVA

"El estoicismo prepara las bases filosóficas para el futuro Imperio Romano y la futura cristiandad” Roger Labrousse (“Introducción a la Filosofía Política”)

La idea de adaptarnos a la naturaleza, y a sus leyes, viene desde mucho tiempo atrás. Es conveniente tener presente la evolución de esta idea para magnificar las conclusiones que obtengamos en el presente.

Los filósofos griegos reunidos en el Pórtico (stoa) se conocerán como los “estoicos”. Sugieren vivir en armonía con la naturaleza. Adaptarse y resignarse será el acto más razonable y justo que el hombre pueda hacer. Marco Tulio Cicerón, el político romano, previene acerca del castigo impuesto por las leyes naturales en caso de ser desobedecidas.

Posteriormente, Cristo sugiere adaptarnos a la ley natural al decirnos “Busca el Reino de Dios y su justicia….”, ya que es la decisión más importante que puede el hombre adoptar. Esta vez no se acepta la actitud fatalista de los estoicos, sino que se observa la posibilidad de adoptar decisiones que proporcionarán al hombre una vida plena y feliz.

Durante el siglo XVII, aparece la “Ética” de Baruch de Spinoza, en donde se encuentra una exposición organizada de las distintas emociones y afectos reunidos en forma axiomática. Puede decirse que fortalece la ética cristiana. En el siglo XX Pierre Teilhard de Chardin establece el principio de complejidad-conciencia, que le da un marco general al proceso evolutivo ya que involucra también la vida inteligente.

Finalmente, a partir del concepto de “actitud”, utilizado en Psicología Social, es posible enfocar nuestro interés en las cuatro actitudes básicas del hombre. Este concepto habrá de ser afianzado, seguramente, por los futuros descubrimientos en neurociencia, si bien es accesible a la observación directa del comportamiento individual y social.

Teniendo presente el principio de complejidad-conciencia, el cual indica una tendencia del universo hacia el logro de mayores niveles de complejidad y mayores niveles de conciencia, observamos la predicción de una última etapa en la cual existirá una creciente espiritualización de la humanidad. El camino hacia esa espiritualidad estará asociado al hecho de que el hombre se hace conciente del lugar que ocupa en el universo, por lo que, simultáneamente, adquiere un mayor grado de adaptación al mismo.

Para que ocurra esta plena adaptación habrá de existir cierta información disponible y accesible al ciudadano común. De ahí que es posible que tal información esté vinculada a las cuatro actitudes básicas del hombre, es decir, amor, odio, egoísmo y negligencia. Bajo este simple esquema, es posible que el hombre adquiera, bajo introspección psicológica, o sociológica, la información necesaria para el establecimiento de la etapa de elevada espiritualidad prevista en la visión de Teilhard de Chardin.


AZAR Y FINALIDAD

“Monod subrayó la improbabilidad de la vida y la mente y el papel preponderante del azar en su surgimiento, y por ende la falta de designio en el universo, su absurdo y su carencia de sentido. La manera en que interpreto los mismos hechos es diferente. Le doy el mismo papel al azar, pero actuando dentro de un conjunto tan estricto de restricciones que obligatoriamente debe producir la vida y la mente, no una sino muchas veces. A la famosa frase de Monod «El universo no estaba preñado con la vida, ni la biosfera con el hombre», yo respondo: «Falso. Sí lo estaba»” Christian De Duve (“Polvo vital”)

Aun dentro del ámbito de la ciencia, existen diversas posturas en cuanto a si la vida tiene sentido, o bien, por surgir del azar, carece de toda finalidad. Aunque tal sentido, en el caso del hombre, debería ser buscado en forma individual y subjetiva.

Las distintas especies biológicas, incluido el hombre, han aparecido bajo un proceso en el cual el azar es un elemento esencial para establecer la diversidad biológica, ya que tanto las mutaciones como la mezcla sexual están asociadas a procesos fortuitos. De ahí que se supone que no tiene sentido hablar de una finalidad concreta de la vida, ni tampoco de la humanidad.

Podemos hacer una analogía respecto del proceso en que aparece la vida comparándolo con el que permite la fabricación de resistencias eléctricas (que se utilizan en los circuitos electrónicos). Para lograr una producción económica, de una gran variedad de valores posibles, podemos emplear el método de la generación al azar y de la selección posterior.

Así, fabricamos una gran cantidad de resistencias con valores óhmicos desconocidos y aleatorios. Luego, con un instrumento de medición, seleccionamos los valores comerciales buscados, y los agrupamos en contenedores apropiados, desechando las resistencias que estén lejos de los valores buscados. Esto significa que hemos logrado, por selección, establecer cierto orden y cierta finalidad (tal la de lograr los valores comerciales requeridos).

Esta idea puede aplicarse a la producción de variedades animales y vegetales. Mediante las radiaciones cósmicas, por ejemplo, se altera, al azar, una parte del código genético que viene en las moléculas de ADN. Luego, el propio medio en donde la vida se desarrolla, aceptará el cambio (si produce una mejora adaptativa) o lo rechazará si empeora tal nivel (respecto de las generaciones anteriores). De ahí que es posible hablar de cierta finalidad en este proceso, tal la de lograr mayores niveles de adaptación. El error frecuente consiste en asociar toda ausencia de finalidad a lo que es producido por el azar.

Este proceso puede denominarse “creación indirecta” (evolutiva) en contraste con la “creación directa” (como supone la Biblia). Así como el fabricante de resistencias previó la finalidad deseada, podemos decir que el propio orden natural ha “previsto” el logro de la finalidad mencionada.


DETERMINISMO Y DESTINO

“En un mundo regido por una serie de milagros sucesivos, obra de un dios irracional sujeto a súbitos antojos, nos veríamos forzados a esperar cada nueva catástrofe en un estado de pasividad” Norbert Wiener (“Cibernética”)

Si suponemos que el hombre no es libre, sino que, haga lo que haga, elija lo que elija, cada acontecimiento de su vida vendrá determinado por el Dios que influye en los hechos cotidianos, estamos considerando la existencia de un destino previo, o de un fatalismo. Si los efectos no dependen de las causas que los producen, estaríamos en presencia de un mundo sin leyes naturales.

El fatalismo conduce al hombre a la inacción, puesto que los resultados de sus actos no dependerán de su propia elección. La noción de destino supone una existencia humana gobernada «desde fuera» por una fuerza sobrenatural. Se denomina providencia si el destino es feliz; fatalidad, si es desdichado.

De todos aquellos atributos que poseemos los seres vivientes, y que nos permiten lograr una aceptable adaptación al medio en que vivimos, quizás el más importante sea nuestra capacidad para poder prever los acontecimientos que ocurrirán en un futuro inmediato, incluso en un futuro lejano en el caso del hombre. Para ello, a partir del conocimiento del estado del presente y de la ley natural respectiva, podremos determinar el estado del futuro.

Determinismo = Condiciones iniciales + Ley natural causal

De la validez de la relación anterior podemos extraer que nuestro grado de adaptación al orden natural progresará a medida que conozcamos mayor cantidad de leyes naturales. En ello ha de consistir nuestra “adaptación cultural”, como una prolongación de la adaptación biológica. Luego, la “cultura” de un pueblo estará ligada al conocimiento del mundo en que vivimos.


LIBERTAD

“Seamos esclavos de la ley para que podamos ser libres” Marco Tulio Cicerón

Cuando dirigimos nuestro automóvil respetando rigurosamente las reglas de tránsito, nos da la sensación de que necesitamos menor cantidad de esfuerzo, tanto físico como mental, que si nos moviéramos infringiéndolas. Es un caso similar a decir siempre la verdad, ya que si dijésemos mentiras, tendríamos que simular expresiones del rostro además de tener una excelente memoria para no delatarnos en el futuro.

Ignorar las leyes naturales, ignorando la propia realidad, lleva implícita cierta desadaptación esencial que tarde o temprano nos hará chocar contra ella. Podemos decir que seremos libres en cuanto podamos regirnos por las leyes naturales, una vez que las conozcamos plenamente, o que seamos conscientes de su existencia.

Generalmente asociamos la libertad a la felicidad y la esclavitud a la infelicidad; la felicidad proviene de la virtud y la infelicidad del defecto.

Mientras mejor resolvamos nuestros problemas cotidianos y mientras más simple sea nuestra vida, mayor cantidad de tiempo dispondremos para permitir que nuestra mente razone con libertad. Generalmente se dice que cierta persona tiene la ventaja, sobre otras, de no tener problemas y que por ello puede pensar con libertad. Pero pocas veces se dice que esa persona, justamente, tiene la habilidad para no meterse en problemas.

En cuanto a la libertad de elección, o libre albedrío, podemos decir que el hombre viene determinado parcialmente por cierta influencia, a través de la información recibida desde las etapas iniciales de su vida. De ahí que podrá ser libre en cuanto en su mente predomine la información verdadera, o la concordante con las leyes naturales, o bien podrá ser esclavo de la realidad en cuanto en su mente predomine la información errónea, o cuando ignore la verdad.

III Ética

ACTITUD CARACTERÍSTICA

“Se puede definir una actitud como la tendencia o predisposición aprendida, más o menos generalizada y de tono afectivo, a responder de un modo bastante persistente y característico, por lo común positiva o negativamente (a favor o en contra), con referencia a una situación, idea, valor, objeto o clase de objetos materiales, o a una persona o grupo de personas” Kimball Young

Como el propio ser humano es cognoscible y predecible, deberá también estar regido por leyes naturales, de ahí la existencia de las ciencias del comportamiento, o ciencias sociales. Podemos decir que la ley natural básica que describe el comportamiento individual es una relación que proviene de la Psicología Social y es el concepto de actitud, que podemos definir de la siguiente forma:

Respuesta (Acción) = Actitud característica x Estímulo

Debido a que llevamos depositada en nuestra memoria la influencia del pasado, la actitud frente a la vida estará relacionada con la visión que tengamos del mundo que nos rodea. De ahí aquello de que “lo que influye en cada uno de nosotros depende de la opinión que tengamos de los hechos antes que de los hechos mismos”. Por lo que nuestra actitud cambiará si también lo hacen nuestras opiniones y nuestras creencias.

Nuestra actitud es afectada por las actitudes de los demás, ya que influyen sobre ella y pueden modificarla, favorable o desfavorablemente; éstas son, por consiguiente, determinantes esenciales del desarrollo de la personalidad y de la conducta.

Es posible decir que existe una actitud característica en cada persona, por lo que habrá tantas actitudes distintas como personas existan en el mundo. Tal actitud, justamente, caracteriza a cada ser humano, pero, como se dijo antes, no es una respuesta fija o permanente, sino que puede cambiar debido a la educación o, en general, debido a la influencia recibida desde el medio social.


ÉTICA OBJETIVA

“Si llegamos a ponernos de acuerdo sobre algunas proposiciones éticas fundamentales, otras podrán ser derivadas de ellas. Tales premisas éticas desempeñan en moral un papel análogo al que los axiomas representan en matemáticas” Albert Einstein

A partir de las dos tendencias básicas del hombre (cooperación y competencia) podemos clasificar las actitudes básicas que responden a ellas. La cooperación promueve la felicidad mientras que la competencia promueve la infelicidad, como tendencias consideradas sobre el mediano y el largo plazo.

Incluso podemos construir una “ética natural”, de validez general, determinando cuáles actitudes básicas llevan al Bien (felicidad) y cuáles al Mal (infelicidad). La clasificación propuesta es la siguiente:

Cooperación: Amor (compartir las penas y las alegrías de los demás)

Competencia: Odio (Alegrarse de las penas ajenas y entristecerse por su alegría),

Egoísmo (Interesarse sólo por el éxito de uno mismo)

Otra actitud: Negligencia (No interesarse por los demás ni por uno mismo)

Mediante la actitud del amor, aumenta la felicidad promedio de la sociedad, por cuanto tratamos de compartir las alegrías de los demás y a reducir sus penas. Mediante el odio disminuye la felicidad promedio de la sociedad, por cuanto tratamos de favorecer el sufrimiento ajeno y a limitar su alegría.

Es evidente que hemos encontrado una ética natural, ya que hemos podido definir tanto el Bien y el Mal, como también hemos podido determinar cuáles actitudes llevan a uno y a otro resultado. Sintetizando:

Bien: Amor

Mal: Odio, Egoísmo, Negligencia

Puede decirse que estas cuatro actitudes, y las posibles superposiciones de ellas, cubren prácticamente todo el espectro de las respuestas afectivas posibles. Como la ética está relacionada a aspectos afectivos de la conducta, disponemos de los elementos básicos para establecer una ética natural y objetiva, de validez general.


RELATIVISMO MORAL

“El error fatal de Nietzsche se halla precisamente en la doctrina que en su tiempo causó mayor sensación: la doctrina de la ‘transmutación de todos los valores’. En ella se ocultaba la tesis del relativismo moral” Nicolai Hartmann (“Tratado de Filosofía” Cita)

El relativismo moral es la postura filosófica que niega la posibilidad de universalizar creencias o conocimientos éticos. Implica que la ética, como rama del conocimiento, no habría de entrar en el ámbito de la filosofía ni de la ciencia, por cuanto habría de tener una validez limitada.

Hasta aquí hemos visto cómo es posible establecer una ética natural partiendo de conceptos accesibles a la observación y convalidados por gran cantidad de pensadores de distintas épocas. Si no existiese el Bien, ni el camino para lograrlo, entonces no habría que buscarlo.

Tanto el amor, como el odio, el egoísmo y la negligencia son actitudes que producen efectos similares en cualquier época y en cualquier sociedad. Las tendencias a la cooperación y a la competencia se derivan de aspectos inherentes a la evolución biológica y no a cuestiones culturales que puedan tener un origen y una validez subjetiva.

Las mayores catástrofes sociales que recuerda la humanidad fueron realizadas por los nazis y por los comunistas. Mientras que los primeros adoptaron la filosofía de Friedrich Nietzsche, los segundos adoptaron la filosofía de Karl Marx, para quien también la moral tiene validez relativa; precisamente asociaba esa validez a la clase social en donde se origina la propuesta ética.

La esencia del sentido de la vida radica en la existencia de una orientación hacia el logro del Bien. Si anulamos su validez, anulamos tal orientación y el vacío existencial no está lejos de alcanzarse.


DIMENSIONES HUMANAS

“Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará tu corazón” Cristo (“Evangelios”)

Una idea simple nos permite considerar al hombre como un ser viviente que responde a tres aspectos básicos de su conformación. Debido a que tenemos cuerpo, mente y sentimientos, nuestras ambiciones y nuestros proyectos consisten esencialmente en tratar de satisfacer a todos ellos. Sin embargo, en épocas de crisis se hace evidente la búsqueda preponderante de la satisfacción de uno de ellos, apareciendo lo que podríamos denominar “el hombre mutilado”.

Muchos eligen satisfacer al cuerpo, buscando comodidades y placer inmediato, como meta para sus vidas. Unos pocos eligen al conocimiento y al intelecto como objetivos principales de su búsqueda, mientras que otros encuentran en las satisfacciones morales, o éticas, la principal fuente de felicidad.

El comportamiento ético está basado en la búsqueda de satisfacciones asociadas a nuestros sentimientos, mientras que una exclusiva búsqueda de la felicidad en lo material o en lo intelectual, alejará al hombre del comportamiento deseable. De ahí que deba sugerirse una búsqueda equilibrada de felicidad, priorizando los aspectos éticos y afectivos sobre los restantes.

Hay quienes suponen que debemos “sacrificarnos” para renunciar a la búsqueda del placer y de lo material. En ese caso, poco éxito habrá de lograrse por cuanto en la mente sigue existiendo la idea de que lo material tiene más valor, o brinda mayor felicidad, que lo afectivo. Antes de orientar nuestras acciones, deberá existir una aceptación consciente de que el propio orden natural ha previsto la existencia de la cooperación entre los hombres, en lugar de “diseñarnos” como simples seres vivientes destinados al placer y a la diversión.

El consumismo y el masivo derroche tienden a producir serios deterioros ambientales que habrán de corregirse adoptando una distinta meta para nuestras vidas. En el centro de todos los problemas ambientales, además de los problemas sociales, existen actitudes personales inadecuadas.

La escala de valores preponderante en cada uno de nosotros nos guiará hacia el camino elegido para llegar a la felicidad, y de ahí surgirá tanto el nivel ético, como el intelectual y el estético resultantes. La elección del mejor camino está ligada al conocimiento, por lo que el Bien ha de seguir de cerca a la Verdad.


ÉTICA COMPETITIVA

“Esta denominación (nietzscheísmo) es tanto más indicada cuanto que a estas personas les atrae generalmente Nietzsche y profesan en seguida, después de su lectura, la moral de los ‘amos y los esclavos’. Colocándose entre los ‘amos’ encargados de aplastar a una humanidad de esclavos, dan satisfacción a sus reacciones de compensación, de odio y de orgullo desmesurado” Henri Baruk (“Psiquiatría moral experimental”)

No sólo existen éticas cooperativas, como podría pensarse, ya que también se han propuesto éticas que acentúan desigualdades y promueven actitudes poco solidarias. Este es el caso de Friedrich Nietzsche, quien se oponía al cristianismo y consideraba como una debilidad la compasión.

Si bien es aceptable la idea de contemplar las leyes naturales teniéndolas en cuenta antes de establecer nuestras decisiones, la cuestión implica también considerar cuáles, entre la enorme cantidad de leyes naturales, serán las que debemos tomar como referencia.

Durante el siglo XIX aparece la teoría de la evolución por selección natural. Esta ley de la biología fue adoptada como referencia por varios intelectuales de la época. Conocida como “darwinismo social”, esta ética competitiva en realidad sólo servía para justificar comportamientos totalmente alejados de la cooperación. La “ética” de Nietszche se identifica con la postura mencionada, siendo posteriormente el nazismo el que justifica sus acciones al fundamentarlas parcialmente en los escritos del mencionado filósofo.


OTRA ÉTICA COMPETITIVA

“La llamada ‘democracia popular’ es un camuflage. Esta dictadura del proletariado tiene que destruir definitivamente a la burguesía y nacionalizar los medios de producción….” Witold Gombrowicz (“Curso de Filosofía en seis horas y cuarto”)

La ética de Nietzsche es competitiva, pero ubicándose en la posición de los fuertes, mientras que la ética de Marx también lo es, pero se ubica en la posición de los débiles. Consiste esencialmente en culpar a la burguesía por todos los males de la sociedad. De ahí que promueve la lucha de clases y el derrumbamiento del orden social, favoreciendo el advenimiento de la “dictadura del proletariado”.

Al suponer que el hombre actúa sólo por influencia del medio social, estima que el Estado habría de disolverse luego de algún tiempo de ejercicio de la dictadura mencionada y ante el supuesto mejoramiento ético inducido por el socialismo. Entonces habría de comenzar a regir el lema: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.

Al suponer que el paraíso habría de resurgir de los escombros de la sociedad burguesa anterior, promueve la destrucción material y espiritual de la misma. Los pronósticos de Marx nunca se cumplieron; seguramente por partir de bases poco ciertas.

La solución liberal es mucho más simple; que cada uno produzca lo que pueda, mientras que, con los impuestos proporcionales a las ganancias, se compensará eficazmente el trabajo deficitario de quienes, por alguna razón, estén impedidos a realizarlo.


ENTRE EL ALTRUISMO Y EL EGOÍSMO

“Esta es la esencia de la moral del altruismo: cuanto más grande el logro de un hombre más grande la necesidad que la sociedad tiene de él, más cruel es el tratamiento que recibe y más cerca llega él al estatus de un animal de sacrificio” Ayn Rand (“La virtud del egoísmo”)

Las posturas filosóficas y morales más influyentes en los últimos tiempos han sido el socialismo y el capitalismo. Basados en la moral altruista el primero, y en el egoísmo el segundo, requieren algún comentario especial.

El socialismo de Karl Marx muestra una etapa revolucionaria en la cual se promueve el derrumbamiento violento de la sociedad burguesa, aún con asesinatos de por medio si ello es necesario, seguido de la expropiación de los medios de producción; mediante el robo legalizado. De ahí que esta postura muestra una total carencia de atributos éticos.

En la etapa “celestial”, una vez consolidada la sociedad comunista, el individuo se adaptaría a las condiciones de vida impuestas y predominaría el altruismo, que es interpretado como el sacrificio voluntario del individuo en beneficio de la sociedad. Quienes mayores aptitudes poseen para el trabajo y la creatividad, realizarían sus actividades conformándose con recibir las mismas retribuciones materiales que aquellos que poco aportaron a la sociedad.

Para algunos, caben dudas acerca de la sinceridad de Marx respecto del altruismo que predica para la segunda etapa de la sociedad por él propuesta, ya que previamente favorece el odio de clases promoviendo tácitamente la violencia. Para otros no caben dudas, y el altruismo es sólo una pantalla que se utiliza para esconder oscuras intenciones.

Si buscamos un ejemplo de altruismo, podemos pensar en la Madre Teresa de Calcuta. En realidad, su elevada capacidad de amar excluye cualquier tipo de “sacrificio” asociado a su obra a favor de los pobres. Por el contrario, seguramente sentiría una gran felicidad al poder ser útil a los demás. El altruismo, por el contrario, implica cierto sacrificio personal cuando el amor existente no es el óptimo. Nicolás Berdiaeff escribió: “Se habla de altruismo cuando el amor se enfría y muere”.

De todas formas, debemos tratar de “elegir” alguna de las actitudes básicas del hombre, en lugar de “inventar” alguna no prevista por la naturaleza. Si elegimos el amor, para que nuestras acciones estén asociadas a un beneficio simultáneo en todas las interacciones sociales, estamos considerando un aspecto más de la tendencia a compartir penas y alegrías de los demás, por lo que tal beneficio simultáneo no sólo debe contemplar beneficios materiales sino, sobre todo, satisfacciones morales. Y el altruismo, según se definió antes, no tendría razón de ser.

En cuanto al capitalismo, se ha afirmado muchas veces que los óptimos resultados económicos, dentro del marco del mercado libre, requiere de actitudes competitivas y del egoísmo personal de los actores. Sin embargo, así como en una disputa deportiva existe la posibilidad de tener éxito mientras cada uno compite consigo mismo, triunfando, indirectamente, sobre los demás, en la economía se pueden lograr óptimos resultados a partir de una postura cooperativa, como lo evidencian algunos grupos de comerciantes de pequeña escala.

La actitud egoísta, tarde o temprano, perjudicará a los demás participantes del proceso de producción y distribución de los bienes o servicios realizados. Es hora de que se contemple la posibilidad de apuntar hacia mayores niveles de gratificaciones de tipo moral. Es oportuno señalar que algunas estadísticas confirman que, a partir de cierto nivel económico adquirido, aumentos posteriores de tal nivel no incrementan significativamente el grado de felicidad logrado.

Cuando se habla de la “tercera vía”, como una alternativa entre altruismo y egoísmo, o entre socialismo y capitalismo, podemos hablar de la actitud cooperativa, que busca en todos los casos un beneficio simultáneo entre los participantes de todo intercambio o transacción.


ÉTICA DESDE LA CIENCIA

“Vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía, si no suprime los sufrimientos del alma” Epicuro

Tanto la filosofía como las ramas humanísticas de la ciencia deberían proponer éticas concretas en lugar de limitarse a descripciones sin conclusiones prácticas. Incluso se habrá logrado un progreso significativo en cuanto se puedan establecer criterios respecto de la influencia que toda propuesta tiene en el ciudadano común.

No sólo se deben proponer actitudes concretas, sino que también habría de brindarse “antídotos” para limitar los efectos de ciertas tendencias, filosóficas o religiosas, que promueven el odio a nivel generalizado.

Desde las ciencias sociales se discute acerca de si éstas deberían, o no, proponer sugerencias acerca de lo que el hombre “debe ser”, en lugar de limitarse a describir simplemente lo que el hombre “es”. Justamente, quienes conocen de estos temas son las personas indicadas para hacer estas propuestas.

No es necesario, sin embargo, que uno establezca éticas novedosas o inéditas, ya que podrían adoptarse algunas de las ya propuestas, en filosofía y religión, para reelaborarlas adaptándolas al método de la ciencia experimental. De lo contrario, se seguirá dando vueltas en el terreno vicioso de la simple especulación, descartando el carácter científico que es deseable lograr.


ÉTICA INDIVIDUALISTA

“El principio social básico de la ética objetivista es que, así como la vida es un fin en sí misma, todo ser humano viviente es un fin en sí mismo, y no el medio para los fines o el bienestar de otros; en consecuencia, el hombre debe vivir para su propio provecho, sin sacrificarse por los demás y sin sacrificar a los demás para su beneficio” Ayn Rand (“La virtud del egoísmo”)

Así como existen éticas cooperativas y competitivas, también podemos considerarlas según que el destinatario aparente sea el individuo o bien la sociedad, dando lugar a éticas individualistas, en un caso, y colectivistas en el otro caso. La ética individualista no es, necesariamente, egoísta, ya que la ética del amor es individualista, aunque sus resultados sean favorables a toda la comunidad.

Antes de la aparición del capitalismo, el objetivo de la ética predominante en Europa era el logro del bien común, de la sociedad, y no tanto del individuo, que debía sacrificarse en beneficio de los demás.

Desde el punto de vista colectivista, es mala toda acción realizada en beneficio propio mientras que es buena si se realiza en beneficio de los demás. Por ello no resulta extraña la conclusión de quienes equiparan al empresario con el delincuente aduciendo que ambos buscan beneficios para ellos mismos. También consideran como aceptables las acciones que un dictador comete; aunque sean atropellos y atrocidades, ya que lo hace buscando el beneficio de los demás.

Esto permite entender la razón por la cual se perdona el accionar de algunos terroristas, para quienes la vida de sus opositores poco vale, ya que los asesinatos se aceptan si son motivados por “fines superiores”, tal la implantación del socialismo.

Cuando se producen beneficios simultáneos en uno y en los demás, seguramente se seguirá haciéndolo durante toda la vida, mientras que el que se perjudica para beneficiar a los demás, poco entusiasmo tendrá para seguir actuando de esa forma. El lema adoptado por el marxismo (“De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”) trae implícita la ética altruista, que, a la larga, promueve la inacción. La moral altruista, en la era comunista, estaba asociada a una extraña mezcla de hipocresía y culpa, porque ni la aceptaban ni la practicaban, y porque no se atrevían a rechazarla.


LA LEY DEL CÉSAR

“Lo legal no es el bien. Lo ilegal no es el mal. Cuando se ignora esta diferencia para contentarse con cumplir con la legalidad (cuando el respeto de la democracia sustituye a la conciencia moral), nos encontramos ya en la barbarie democrática” André Comte-Sponville (“El capitalismo. ¿Es moral?”)

La ley humana, que proviene del Derecho, nos prohíbe hacer el mal pero no nos obliga a hacer el bien. De ahí que no podemos tomarla como referencia como una moral a adoptar. En cambio, su incumplimiento vendrá asociado, en general, a fallas de tipo moral. La buena persona es la que hace el bien, y no la que no hace el mal, mientras que si no hace el bien ni el mal, su actitud moral será neutra.

Existen éticas positivas, en el sentido de que nos ordenan o sugieren realizar tal o cual acción, o adoptar tal o cual actitud, mientras que las éticas negativas sólo prohíben acciones determinadas. Si uno se encierra solo en una habitación, puede cumplir con el “no matarás”, “no mentirás” y demás, pero no hace el bien a nadie, de ahí que no sea meritorio su cumplimento. Sin embargo, en severas épocas de crisis, haríamos enormes progresos sociales si al menos cumpliéramos con los dos mandamientos mencionados.

En la actualidad, una vez que se han visto las ventajas de la economía de mercado, muchos optan por justificar cualquier acción a partir de la validez de la ley de la oferta y la demanda. Una cosa es reconocer las ventajas que tal tipo de economía presenta para la sociedad, y otra muy distinta es la justificación de hacer el mal, o de no hacer el bien, cuando se presenta la oportunidad, aduciendo que “el precio de mercado me obliga a cobrar o a pagar tanta cantidad de dinero”.

Incluso la propia sociedad critica al que paga a sus empleados más allá del precio de mercado o cuando cobra alquileres algo menores que los indicados por esa referencia. El hombre es presionado a dejar la ética natural para orientarse por valores económicos; lo que lo llevará, tarde o temprano, a estar desorientado en la vida.


GOBIERNO PARA TODOS

“Busca el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura” Cristo (“Evangelios”)

Para evitar el gobierno directo del hombre sobre el hombre, se vislumbró la posibilidad de establecer leyes para lograr así un gobierno indirecto. El juez se encarga de hacer elásticas a las leyes decidiendo sobre aquellos aspectos que no están explícitos en el marco de las mismas. El gobierno indirecto de las leyes, hace que el individuo no pierda su libertad e impide los posibles excesos de los gobernantes.

Según Aristóteles, la monarquía puede degenerar en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia, o populismo. La corrupción de los gobiernos se debe principalmente a que sus decisiones no resultan favorables a todos los habitantes, sino a unos pocos. Cuando ello sucede, deja de existir el gobierno indirecto de las leyes para llegar al gobierno directo por parte de las autoridades, o bien al caos.

Así como el orden social está fundamentado en las leyes establecidas desde el Estado, también podemos hablar de un orden natural fundamentado en las leyes naturales que rigen todo lo existente. Así como tratamos de adaptarnos a las leyes humanas, también debemos tratar de adaptarnos a las leyes naturales mencionadas.

Si el autor o creador de estas últimas, Dios o la naturaleza, ejerce cierto gobierno sobre el hombre, ha de ser un gobierno indirecto. De ahí que podemos decir que existe un gobierno de Dios sobre el hombre, siendo posible interpretar el concepto central de la Biblia, el Reino de Dios, como una sugerencia para que nos adaptemos al orden natural.

Mediante esta interpretación, es posible considerar al cristianismo como una religión natural, en lugar de la habitual consideración de sobrenatural o revelada, por cuanto la existencia de leyes invariantes hace innecesaria toda intervención divina en el sentido de que interrumpa o anule temporalmente las leyes naturales y el orden establecido.

Lo interesante es que este intermediario entre Dios (o la naturaleza) y los hombres, tal el caso de las leyes naturales, es un intermediario objetivo, que puede llegar a ser común a todas las religiones e incluso a la ciencia experimental. Cada ley puede ser conocida y verificada experimentalmente, al menos en principio, por lo que el logro de una ética objetiva, de aceptación generalizada, no es algo imposible de lograr.


TÉRMINO MEDIO

“El término medio aristotélico significa una crítica tanto del ascetismo, que condena todos los impulsos naturales, como al naturalismo, que coloca los impulsos naturales por encima de todo. Si la virtud está en el medio, el vicio está en los extremos. La virtud consiste en el medio, pero, es un extremo en cuanto a su perfección” Guillermo A. Obiols (“Curso de Lógica y Filosofía”)

Aristóteles promovía una ética del término medio, ya que disminuyendo o aumentando cierta actitud hasta los extremos, deja de ser una virtud para convertirse en un defecto. Para ilustrar la idea podemos tomar como ejemplo a la valentía, como término medio, con la cobardía y la temeridad como casos extremos. Si alguien tiene mucho temor, seguramente tenderá a la inacción buscando seguridad. Si alguien tiene muy poco temor, llegando hasta la imprudencia, arriesgará su vida en cada momento y es posible que la pierda fácilmente. Es evidente que el término medio, entre ambas actitudes, es el que mejor resultados producirá.

La ética tiene como objetivo dar sugerencias generales respecto de la actitud a adoptar frente a la vida, pero no podrá prever cada una de las posibles variantes que podrán ocurrir. Es el mismo caso del legislador que establece una norma, mientras que es el juez quien dictamina en cuánto el infractor se desvió de la norma. La ética debe utilizarse para orientar al individuo y no para juzgar sus acciones.

Las acciones humanas siguen dos tendencias que pueden ser contradictorias (competencia y cooperación) por lo que es oportuno preguntarse si aquí también es apropiado utilizar el criterio del término medio de Aristóteles. Es posible que tanto la competencia como la cooperación hayan sido ventajas adaptativas que apuntaron a fortalecer nuestra supervivencia. Queda al hombre discernir acerca de cuál es la proporción óptima que producirá el mejor resultado.

La competencia favorece el progreso individual, mientras que la ausencia de competitividad puede traer asociado el atraso y la inacción. La cooperación favorece el progreso social, mientras que su ausencia puede traer asociados el caos y la violencia. De ahí que el criterio del término medio también aquí parece funcionar.

Una solución interesante podría consistir en vincular nuestro espíritu competitivo a nuestra actitud cooperativa. Así, no sería descabellado decir que la Madre Teresa de Calcuta tenía un “elevado espíritu competitivo” ya que buscaba ser la persona más solidaria del mundo, y de esa forma la óptima felicidad. Si, en definitiva, todos buscamos la felicidad y disponemos de dos tendencias naturales que nos presionan, queda como solución competir en la búsqueda de la felicidad tratando de ser cada vez más cooperativos.

Las dos principales tendencias sociales y económicas, de los últimos tiempos, son aquéllas que promueven, como fundamento de la sociedad, a la competencia (capitalismo privado) y a la cooperación (socialismo), excluyendo casi totalmente la otra actitud, y no han tenido los resultados esperados porque han descuidado, precisamente, el término medio.

Si alguna vez se solucionan los graves problemas sociales que aquejan a la humanidad, será porque habremos podido llegar al término medio entre competencia y cooperación, distinguiéndose dos etapas nítidas en la historia de la humanidad. Será, además, la época del triunfo del Bien sobre el Mal.

1) Era de la competencia: Predominan el egoísmo y el odio. Se busca el poder. Hay guerras y surgen imperios. Gandhi dijo: “Siempre ha sido un misterio para mí cómo puede haber hombres que se sientan honrados con la humillación de sus semejantes”.
2) Era del término medio y la cooperación: Predomina el amor al prójimo. Gandhi dijo: “Sé el cambio que quieras ver en el mundo”


SOLIDARIDAD

“Violencia: reclamar derechos sin aceptar el cumplimiento de los deberes que les son correlativos. Injusticia: imponer deberes sin respetar los derechos correspondientes. Por eso la solidaridad puede considerarse definida en la más sencilla fórmula de moral social: Ningún deber sin derechos, ningún derecho sin deberes” José Ingenieros (“Las fuerzas morales”)

La posmodernidad puede caracterizarse, entre otros aspectos, por la preponderancia de la búsqueda de nuestros derechos sin importar tanto nuestros deberes. A tal actitud también le ha de corresponder una imposición de deberes a los demás con cierta renuncia a sus propios derechos. La posmodernidad, por lo tanto, se caracteriza por la ausencia de solidaridad y su reemplazo por la violencia y de la injusticia, según las definiciones dadas al respecto por José Ingenieros.

El violento es el que trata de imponer sus derechos ignorando totalmente los deberes respectivos, que son los derechos de los demás, incluso los elementales derechos a la vida. El injusto es el que exige de los demás el cumplimiento de sus deberes ignorando sus derechos elementales. El egoísmo extremo, junto al odio, de los cuales proviene la violencia y la injusticia, se ha legitimado en las sociedades actuales desplazando al amor, del cual proviene la solidaridad.


OBLIGACIONES MORALES

“Lo que se llama ‘nuestro deber’ no es más que ‘la libertad de los otros’: es la libertad nuestra, que paga el respeto que ‘debe’ a la libertad del otro” Juan Bautista Alberdi (“Nuevo Diccionario Antológico”)

Las obligaciones morales son aquéllas que surgen de nuestra capacidad afectiva e involucran incluso al propio individuo que no se permite a sí mismo desviarse del camino ético propuesto. Estas obligaciones nos las imponemos a nosotros mismos y son una consecuencia inmediata de haber adoptado como valor prioritario en la vida a los aspectos éticos, por sobre los estéticos o los intelectuales.

Quienes sostienen que el hombre, por naturaleza, es incapaz de actuar en forma ética cuando dispone de libertad suficiente, olvidan que no hace tanto tiempo predominaba en las personas el sentimiento del honor y de la integridad moral, que los conducía por el buen camino sin la presión del temor a algún tipo de sanción exterior, ya fuera social o legal.

Mientras que en la corrompida Babilonia era necesaria la presencia de un testigo en cada intercambio o en cada pacto establecido entre dos personas, en épocas recientes eran comunes los pactos “de palabra”. Los inventores del avión, los hermanos Wright, que no querían mostrar su prototipo para evitar plagios, se ofendieron cuando los militares de EEUU no creyeron en su palabra y pedían observar el avión que se les ofrecía para su compra. La actitud de los Wright era algo natural en esa época, pero resulta llamativa en épocas en que predomina la crisis moral.

Quien actúa en su vida guiado por obligaciones morales, contrasta con la predominante actitud del “noble déspota”, ya que el primero piensa en sus obligaciones mientras que el segundo exige respeto a sus derechos y el cumplimiento de los deberes ajenos, mientras que ignora sus obligaciones tanto como los derechos de los demás.

La mayor oposición al surgimiento de la mentalidad que prioriza el orgullo ético, es la proliferación de éticas altruistas que asocian su cumplimiento, no a la felicidad, sino a la poco natural tendencia a perjudicarse individualmente en beneficio de la sociedad o del Estado. Por el contrario, cuando estemos convencidos de que la mejora ética implicará felicidad para todos, es posible que las cosas cambien radicalmente.

Quienes adoptan para sus vidas obligaciones morales, no necesitarán otro tipo de obligaciones, incluso adoptarán la responsabilidad, entre otros aspectos, de realizar inversiones con una óptima utilidad social sin que ninguna ley les obligue a ello.

Debemos imponernos obligaciones morales para que, mediante el ejemplo, podamos presionar a los demás en el mismo sentido. Esto contrasta con la generalizada actitud hipócrita de quienes se enorgullecen de ser “generosos con los bienes ajenos” respecto de los cuales siempre están dispuestos a repartir.


CONCIENCIA MORAL

“Los remordimientos son en el hombre normal el mecanismo regulador esencial que controla las conductas. Sin este mecanismo regulador, el hombre se volvería un monstruo, un pervertido, un loco moral. Ahora bien, parece ser que para algunos psiquiatras actuales la meta que hay que alcanzar es transformar la humanidad en una sociedad de seres desprovistos de conciencia moral, es decir, de pervertidos y de monstruos” Henri Baruk (“Psiquiatría moral experimental”)

El hecho de disponer en nuestro cerebro de una parte especializada en la regulación de nuestro comportamiento ético, como una consecuencia del proceso evolutivo, es un indicio de que tal comportamiento ha de presentar ventajas favorables para nuestra supervivencia. El incorrecto funcionamiento de tales áreas producirá efectos opuestos al mencionado.

El conocimiento de las causas y de los efectos que les seguirán, cuyo vínculo constituye la ley natural respectiva, puede ser interpretado y guardado en nuestra memoria. De esa forma, cada vez que aparece cierta causa, podremos prever el efecto, o los efectos, que le seguirán necesariamente.

La conciencia moral sigue un proceso similar, sólo que realiza un “trabajo especializado” mediante el cual califica las causas como buenas o malas según buenos o malos sean los efectos correspondientes (con una transición gradual entre ambos extremos). Así, un castigo corporal (causa) será calificado en función del efecto correspondiente (sufrimiento). Este efecto es fácilmente imaginable por quien lleva en su memoria casos similares observados o bien padecidos en forma directa.

La palabra “consciente”, precisamente, nos indica que somos conocedores plenos de los efectos que producirá cada una de nuestras acciones.

Ciertas operaciones quirúrgicas, practicadas en el cerebro (sobre los lóbulos frontales), que luego dejaron de emplearse, afectaban a la zona del mismo que estaba asociada a la conciencia moral, por lo que afectó el comportamiento emocional del individuo involucrado produciendo efectos altamente indeseables.

En un mundo reglamentado por leyes naturales, los efectos siguen a las causas que los producen en forma independiente del tiempo. De ahí que, a iguales causas les seguirán iguales efectos. Tanto el amor, como el egoísmo, el odio y la negligencia producirán efectos similares en los distintos pueblos y en las distintas épocas, ya que son actitudes derivadas de emociones que forman parte de procesos asociados a nuestra herencia biológica. De ahí que podamos hablar de cierta ética natural de carácter objetivo.

El relativismo moral produce, como consecuencia inmediata, la pérdida paulatina de la conciencia moral. Si se considera que no existen causas objetivas que producen el Bien y el Mal, sino que tales conceptos son puramente convencionales, tiende a anularse el proceso asociado a la conciencia moral, produciendo efectos similares a los ocasionados por la mencionada operación quirúrgica. Todo lo que se puede destruir actuando sobre el “hardware” de una persona, podrá también destruirse actuando de alguna manera sobre el “software” de la misma.


JUSTICIA

“La idea de que los buenos deberían ser felices porque son dignos de la felicidad y que los malos deberían ser desgraciados porque no son dignos de la felicidad es el fundamento del concepto ético de justicia” Agnes Heller (“Más allá de la justicia”)

Muchos autores destacan que la felicidad es la recompensa a la bondad, mientras que la infelicidad es el castigo a la maldad. De ahí que no habría necesidad de un Dios que “desde arriba” distribuyera premios y castigos según buenas o malas sean las acciones humanas.

Mientras que la no intervención de Dios en cuestiones humanas es considerada como una prueba de su inexistencia, debemos decir que, por el contrario, la distribución automática de premios y castigos es también una forma de “existencia”, potencial en este caso, equivalente a su presencia. A esta altura de la civilización, debemos cambiar la imagen de un Dios poderoso que cambia las reglas del juego a la de un Dios inteligente que ha realizado el diseño del mundo y al cual nos debemos adaptar por nuestra propia cuenta y riesgo. “Dios es real porque produce efectos reales”, estableció William James.

Aún existiendo la posibilidad de cierta distribución automática de premios y castigos, caen fuera del proceso de la justicia aquellos acontecimientos fortuitos que destruyen una vida y que no tienen en cuenta mérito o culpa alguna. Por ello nuestra naturaleza humana nos ha provisto de la capacidad de prever los acontecimientos que podrán sucedernos y de la dosis de miedo necesaria para evitar los riesgos que atentarán contra nuestra vida.


LIBERTINAJE

“Lo que antes eran vicios son ahora costumbres” Lucio Anneo Séneca

En los últimos tiempos, los medios masivos de comunicación, junto a la preponderancia del relativismo moral, han ido destruyendo, en forma sistemática, los valores éticos esenciales de la sociedad. Mientras que el docente cuida sus palabras y actitudes frente a sus alumnos, tratando de no perjudicarlos en algún sentido, quienes dirigen programas televisivos, por el contrario, no muestran el menor interés respecto de las actitudes y tendencias que impondrán a millones de espectadores.

La televisión toma contacto con lo que sucede en la realidad, aunque sea una realidad poco favorable al hombre. Luego, esa realidad se difunde públicamente para tomar mayor fuerza, lo que constituye un sistema realimentado positivamente y que tiene como resultado inmediato la legitimación pública de actitudes violentas, o carentes de respeto a los demás miembros de la sociedad.

Una de las actitudes impuesta y legitimada por la televisión es la burla. Mientras que las drogas hacen que el individuo se sienta, momentáneamente, en un mundo de gratas sensaciones para luego tener que soportar el duro golpe contra la realidad, la burla hace sentir al que la manifiesta ciertos instantes de superioridad por cuanto ha podido degradar a cualquier ser humano encontrándole algún defecto. Luego vendrá el golpe contra el mundo real por cuanto tarde o temprano se dará cuenta de que ha caído en el lugar más bajo en que un hombre puede ubicarse.

Quienes adhieren al relativismo moral encontrarán falto de sentido al término “libertinaje”. En este caso, si bien es posible que no existan pruebas racionales para esclarecer la situación, deberían comprobar en la propia sociedad los efectos nefastos que está produciendo el lema generalizado del “todo vale”.


POSMODERNIDAD

“Una actitud que asombra y que sin embargo aparece natural, es una especie de paso desde la ética de los deberes a la ética de los derechos en los últimos veinte años. La ética siempre fue una disciplina ocupada del deber ser, o sea, la que discernía entre lo que se quiere y se puede hacer, y a su vez, lo que cabe hacer sin evadirse de lo correcto”. “Se reclama si se vulnera el más pequeño de los derechos, y de hecho suena mal hacerle presente a alguien sus deberes. Se podría pensar que todo derecho involucra un deber, pero la posmodernidad maximiza los derechos y en cambio tiene una mirada benévola, comprensiva, silenciosa, para las evasiones de deberes. Parece curioso sin embargo que la situación engendrada por este paso a la ética del posdeber, no haya provocado un caos en la vida social, como sería lo esperado” Armando Roa (“Modernidad y posmodernidad”)

Cuando buscamos el respeto riguroso de nuestros derechos, y poca importancia le damos a nuestros deberes (generalmente los derechos de los demás), estamos en una situación en la que prevalece netamente el egoísmo.

Favorecida por los avances tecnológicos en materia de comunicaciones, se va estableciendo una mentalidad generalizada que tiende a globalizarse. La mentalidad predominante, conocida como “posmodernidad”, puede caracterizarse por el predominio de dos conceptos básicos:

a) Relativismo moral y cultural
b) Búsqueda prioritaria del placer

Si no se busca la felicidad en los afectos ni en lo intelectual, sólo le queda al hombre adoptar una actitud consumista y superficial asociada a la búsqueda de la comodidad y del placer. La búsqueda del placer no presenta ningún tipo de limitación ética por cuanto deja de lado cualquier tipo de vínculo afectivo.

Ante la ausencia de un sentido de la vida, asociado al vacío existencial, existe una necesidad de evasión de la realidad, la que conduce frecuentemente al consumismo, a la diversión desmedida y al consumo de alcohol y drogas.

Las sociedades actuales buscan soluciones económicas a los problemas éticos, siendo que éstos provienen, en primera instancia, de tener una información bastante distorsionada de la realidad. Incluso si nos pusiéramos de acuerdo en que la solución de los problemas sociales se debe dar desde la educación y lo ético, deberíamos convencer a la mayoría respecto a la existencia del Bien y de la verdad, como aspectos objetivos inherentes a la realidad.


DEBERES Y DERECHOS

“Lo que antes se hubiera considerado como un beneficio de la suerte que inspiraba humilde gratitud hacia el destino, se convirtió en un derecho que no se agradece, sino que se exige” José Ortega y Gasset (“La rebelión de las masas”)

Si bien resulta poco grato contemplar, o imaginarse, el despotismo en adolescentes que heredaron una sólida posición económica, peor aún, por la cantidad involucrada, es la actitud déspota en adolescentes que no poseen tal nivel económico. Y ello se debe a que la sociedad inculca el reclamo por los derechos, de cualquier tipo, mientras que poco se habla de los deberes respectivos.

Incluso cuando los derechos de los menores incluyen la no imputabilidad por delitos cometidos (que a veces involucra asesinatos) podemos decir que las leyes promueven la delincuencia, siendo el propio menor el más perjudicado por cuanto se lo está marginando de la sociedad, aún cuando se busque (o se declame) lo contrario.

La actitud que están adoptando los adolescentes en las escuelas, tal la del “noble déspota”, amparado por las leyes y acreedor de todos los derechos, es algo grotesco. Eliminando sanciones ante todo tipo de faltas cometidas, sólo se logra desadaptarlos al mundo real y la sociedad, llevándolos a actitudes cercanas a las del delincuente juvenil. Justamente, mientras que desde la escuela se los va habituando a cometer atropellos sin ser castigados, las leyes destinadas a los menores confirman cierta continuidad para encauzarlos por el camino del delito.


MEDIOS Y FINES

“Los buenos fines sólo pueden ser logrados usando medios adecuados. El fin no puede justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos” Aldous Huxley (“El fin y los medios”)

Se considera que el comportamiento ético individual deriva de tres causas principales:

a) Previa existencia de intenciones
b) Acatamiento a las normas sociales
c) Conocimiento de las consecuencias de nuestros actos.

Es esencial el conocimiento de los efectos que ocasionará cada una de nuestras acciones, ya que la formación de las normas de conducta sociales provendrá, en última instancia, de tal conocimiento. De ahí que quedan las intenciones como la primera causal de nuestra conducta.

Es prioritaria la buena intencionalidad de nuestras acciones, por cuanto implicará la existencia de una tendencia que, en la mayoría de los casos, producirá buenos resultados. Por el contrario, el acatamiento a normas éticas que tienen un contenido puramente racional, es posible que no siempre produzca buenos resultados, excepto cuando ayudan a despertar en el individuo una buena intencionalidad.

Si vemos que alguien comete errores, pero sabemos que se trata de una persona bien intencionada, tendremos la predisposición a perdonarlo y a minimizar esos errores. Por el contrario, si sabemos que alguien tiende a ser mal intencionado, es posible que, incluso aquellas acciones positivas realizadas, puedan ser interpretadas negativamente, o al menos tendremos esa predisposición.

La finalidad de nuestras acciones lleva implícita cierta intencionalidad, por lo que valorar intenciones implica valorar finalidades. Recordemos que el bien y el mal derivan de aquello que favorece, o bien que impide, el logro de cierta finalidad, por lo que es la finalidad lo esencial de nuestras acciones.

IV Economía



ECONOMÍA DE MERCADO

“Persiguiendo su propio interés, frecuentemente promueve el de la sociedad más efectivamente que si realmente intentara promoverlo. Nunca he sabido de mucho bien producido por aquellos que pretenden comerciar por el bien común” Adam Smith (“La Riqueza de las Naciones”)

Basado en la ley de la oferta y la demanda, el proceso del mercado es un sistema autorregulado, que no necesita ingerencias del Estado para su funcionamiento óptimo, excepto la de crear las condiciones legales adecuadas. “Se necesita legalidad, no controles”, expresa Ayn Rand.

Como en toda descripción científica, la del mercado requiere de algunas restricciones para ser compatible con el proceso que permite beneficios simultáneos entre los distintos integrantes de la sociedad. De no cumplirse con alguna de ellas, no sólo la descripción, sino los resultados concretos, dejarán de ser óptimos. Podemos mencionar las siguientes:

a) Los compradores y los vendedores deben ser demasiado pequeños para influir sobre el precio del mercado.
b) Todos los participantes deben disponer de información completa y no puede haber secretos comerciales.
c) Los vendedores deben soportar el coste completo de los productos que venden y trasladarlos al precio de venta.
d) La inversión de capital debe permanecer dentro de los límites nacionales y el comercio entre los países debe equilibrarse.
e) Los ahorros deben invertirse en la creación de capital productivo. (De “El mundo post empresarial” de David C. Korten – Ediciones Granica SA)

Es innegable que varias de las restricciones mencionadas no son cumplidas por las grandes corporaciones que actúan en el actual proceso de la globalización del mercado.

Podemos intentar hacer un resumen de los elementos básicos de la economía de mercado:

Economía libre = Trabajo + Ahorro productivo + Ética

Se ha de lograr la optimización de la economía a partir del mejoramiento ético individual, pasando desde el egoísmo y la competencia, como motor del proceso, a la cooperación y la búsqueda de ventajas compartidas entre las partes que intervienen.

Para un favorable cambio de mentalidad, no hacen falta las poco comunes virtudes de los pioneros, ya que las satisfacciones morales son tan reales y concretas como lo son las satisfacciones que brindan las riquezas y el poder, que se tornan poco atractivas en cuanto nos hacemos conscientes de los efectos producidos en los demás.


LIBERALISMO

“Su oposición a la autoridad absoluta, ya fuera del Estado, de la Iglesia o de un partido político, inspiraba un profundo interés por la libertad individual. El mérito moral, el valor absoluto y la dignidad esencial de la personalidad humana, han constituido el postulado fundamental del liberalismo” J. Salwyn Schapiro (“Liberalismo”)

Entre los fundamentos del liberalismo, tanto en lo político como en lo económico, podemos citar la búsqueda de los siguientes aspectos:

a) Libertad individual asociada al derecho a formar asociaciones de cualquier tipo.
b) Igualdad de derechos ante la ley, con exclusión de privilegios.
c) Obligatoriedad del Estado en la defensa de la libertad, la igualdad y la seguridad de todos los ciudadanos.
d) Libertad de pensamiento y expresión.
e) Creencia en el progreso gradual y defensa de todo tipo de reformas.
f) Gobierno de las leyes ante que de los hombres.
g) Libertad económica asociada a la plena vigencia del mercado

El liberalismo es criticado severamente por quienes ambicionan lograr el poder absoluto, generalmente a través del dominio del Estado, por ello no es extraño que entre los más importantes opositores del liberalismo podamos mencionar a Mussolini, Hitler, Stalin y a Mao, es decir, fascistas, nazis y comunistas, quienes fueron los principales promotores de las más grandes tragedias que recuerda la historia de la humanidad. Es por ello que las críticas, según de quien viene, pueden transformarse en elogios.

Es conveniente considerar los escritos de los economistas liberales más representativos para poder observar que la libertad que ellos promueven no lleva como finalidad favorecer el enriquecimiento de una minoría, o de una clase social, a costa de otras, como comúnmente sostienen sus detractores.


ÉTICA EMPRESARIAL

“No se preocupe por superar a sus contemporáneos o sus antecesores; trate de superarse a usted mismo” William Faulkner

La empresa actual debe tratar de reducir sus costos, aumentando la calidad de sus productos, para mantenerse en el mercado y no ser desplazada por otras empresas. Debe también innovar creando nuevos productos, de lo contrario su existencia podrá verse limitada.

Las empresas han de tener distintas prioridades, por lo que mostrarán distintas actitudes ante la sociedad y ante cada uno de los integrantes del proceso productivo. Deberá satisfacer tanto a clientes, como a empleados y accionistas. De lo contrario perderá a algunos de ellos.

La actitud de una empresa no debería asociarse a la búsqueda de una optimización de ganancias, sino a un mejor desempeño en la producción a la que se ha dedicado. Las ganancias deberán ser una consecuencia de haber cumplido con otros fines. Puede decirse que la empresa socialmente apta es la que contempla con equidad los beneficios tanto de accionistas, empleados y clientes, preservando la integridad del medio ambiente.

Nótese que el éxito empresarial no ha de depender sólo del gerente que la dirige, sino del apoyo de los demás integrantes del proceso. Si los accionistas pretenden obtener muchas ganancias, podrán llevarse su capital si no las consiguen. Y el accionista es el ciudadano común.

Es oportuno decir que el nivel ético imperante, a nivel empresarial, ha de ser similar al nivel ético imperante en la sociedad, no habiendo razones para que sea esencialmente distinto. Seguramente no ha de ser válida la opinión de que el “empresario es malo por naturaleza” mientras que el político que controla la economía desde el Estado es “bueno por naturaleza”, lo que tácitamente se acepta en cualquier discusión al respecto.

Uno de los errores frecuentes en que se incurre, consiste en tomar como referencia, para nuestras decisiones y para nuestra vida, la ley de la oferta y la demanda, ya que se toma como pretexto para incumplir todo tipo de norma moral. No son los ideales ni la ética los que son tomados en cuenta, sino lo que mejor cuadra teniendo presente una posible optimización de ganancias.


CAPITALISMO FINANCIERO

“En una economía de mercado, la inversión se centra en la creación y renovación de la capacidad productiva para responder a futuras necesidades. En una economía capitalista, la inversión se centra en la producción de dinero. Y que se cree o se destruya la capacidad productiva durante este proceso es un hecho sin importancia. Al igualar falsamente la creación de dinero con la creación de riqueza, manteniéndose insensibles a las consecuencias de sus acciones para el resto de la sociedad, los capitalistas han proclamado una nueva era de capitalismo financiero y se congratulan a sí mismos por haber encontrado el secreto de la creación de riqueza sin el inconveniente de participar en una actividad productiva” David C. Korten (“El mundo post empresarial”)

A menudo se habla del capitalismo en forma despectiva, pero es necesario hacer distingo entre:

a) El proceso autorregulado descubierto por Adam Smith (economía de mercado)
b) El capitalismo empresarial
c) El capitalismo financiero.
d) El capitalismo estatal

El primero es la”teoría”, el segundo la “práctica”, que puede ser algo distinto, mientras que el tercero y el cuarto constituyen la “distorsión” del proceso.

La grave crisis del 2008 ha puesto en evidencia la inestabilidad inherente al capitalismo financiero, por lo que debería considerarse la posibilidad de mejoras éticas, a través de la concientización individual, además de las necesarias reformas legales que traten de limitarlo.

Es hora de que la especulación sea considerada como una actitud antisocial, por lo que es necesario que todo ciudadano deje de admirar a quienes son capaces de obtener dinero sin hacer algo positivo a cambio. Si, por el contrario, fuese visto como un delincuente, es posible que la situación comience a revertirse.

El especulador es el que se siente confiado en ganarle al mercado en forma similar a la actitud del jugador que quiere ganarle al casino, y a veces lo logra. Su acción resulta una cuestión fundamentada en un espíritu competitivo personal, estando lejos de la búsqueda de un beneficio para la sociedad.

Como existe una delgada línea que separa la inversión de la especulación, hay quienes se escudan en la legalidad de sus acciones. Sin embargo, no sólo debemos contemplar la existencia de leyes humanas, sino, sobre todo, debemos contemplar la existencia de leyes naturales que contemplan los distintos efectos ocasionados sobre el resto de la sociedad por cada una de nuestras acciones.

Se dice que existe inversión cuando una acción se comercializa unas cien veces por año, mientras que es especulación cuando se comercializa unas cien veces por semana, creándose una burbuja financiera. Cuando la oferta de una acción supera la demanda, comienza la caída de su cotización hasta llegar al valor real, o hasta no valer nada.


CAPITALISMO ESTATAL

“Opino que la definición que más conviene a la sociedad soviética contemporánea es la de ‘sociedad de capitalismo estatal’; es decir, un sistema que, a diferencia del actual capitalismo de tipo occidental, está basado en la total nacionalización y el absoluto monopolio de la economía por el Partido y el Estado que, asimismo, ejercen pleno control sobre la cultura, la ideología y muchos aspectos básicos de la vida” Andrei Sajarov (“Mi país y el mundo”)

Las críticas descalificadoras que se hacen al capitalismo, provienen generalmente de personas que promueven el socialismo. Se aduce que la economía libre crea desigualdades económicas y una gran concentración de poder económico. Sin embargo, siguiendo las sugerencias de Marx, cuando se elimina la propiedad privada de los medios de producción, se produce la mayor concentración posible de poder, tal el ejercido por el Estado, mientras que la clase dominante de ese Estado crea una notoria desigualdad económica.

La concentración absoluta de poder conduce a la sociedad totalitaria, que favorece y acentúa todos los vicios y todos los errores atribuidos al capitalismo privado, por las mismas razones argumentadas en contra de este último. Respecto de la sociedad soviética, Andrei Sajarov expresó: “Atrincheradas en su bienestar las minorías satisfechas…..”.

No debiera decirse que las fallas del comunismo soviético, o de otros comunismos, se debieron a la mala interpretación de las ideas de Marx. La idea es muy simple: si se elimina la propiedad privada y todo pertenece al Estado, quien dirige al Estado dispone del mayor poder imaginable y posible.

Mientras que desde el marxismo se hacen críticas al cristianismo considerándolo como una ideología favorecedora de la docilidad del trabajador en beneficio del empresario explotador, puede muy bien decirse que el altruismo predicado por Marx es una sugerencia para que cada individuo trabaje y se sacrifique por el Estado en beneficio de la clase dirigente, tal como ocurrió en la URSS.


POBREZA

“No hay nada que mantenga mejor este equilibrio (de la pobreza) que la ausencia de aspiración y la falta de esfuerzo para huir de él. A su vez, en la comunidad rural pobre, tal aspiración se encuentra en conflicto con uno de los elementos más profundos y predecibles de la conducta humana. Este es la negativa a luchar contra lo imposible, la tendencia a preferir la resignación a la frustración” John K. Galbraith (“El origen de la pobreza de las masas”)

La pobreza es un problema social que no se ha podido solucionar totalmente. Quizás ello se deba a la existencia de varias causas, algunas de ellas poco conocidas. No son sólo las decisiones económicas o políticas de los gobiernos las que influirán en una posible mejora, sino también los aspectos culturales y psicológicos dominantes en cada individuo.

La sociedad se presenta, ante cada hombre, como un grupo hostil, contra el cual deberá luchar cotidianamente hasta el resto de sus días. De ahí la necesidad de poseer bastante fortaleza espiritual, y de grandes motivaciones, para afrontar con éxito las dificultades que se nos presentan. Quienes tengan insuficiente fortaleza y motivaciones para la lucha, se sentirán vencidos incluso antes de comenzar la contienda.

Para evitar la pobreza debemos mentalizarnos para llevar una vida en la cual uno se ha de conformar con la menor cantidad de recursos materiales posibles. Ello se logrará cuando la satisfacción moral sea la causa principal de nuestra felicidad. Además, debemos trabajar teniendo en la mente la búsqueda de cierta seguridad económica futura.

Ya que la pobreza implica sufrimiento, existirá ante ella cierto temor. El temor normal hace que una persona sea ahorrativa y previsora del futuro. La ausencia de temor puede impulsar al hombre a una vida en la que se contempla sólo el presente, favoreciendo una frágil posición económica futura.

La tendencia al ahorro implica cierto sacrificio del presente en favor de una seguridad futura, mientras que la tendencia al crédito implica un sacrifico del futuro en beneficio de cierta comodidad presente. La búsqueda de la seguridad debería preponderar sobre la búsqueda de la comodidad.

En cuanto a los países en desarrollo, predominan los intentos por encontrar el “sistema económico” que mejore la situación sin que sus habitantes cambien en lo más mínimo. Incluso se pretende imitar el “sistema” que utiliza tal o cual país sin siquiera preguntar acerca de cuáles son las ideas predominantes en el mismo.

Cuando en una sociedad predomina la gente negligente, o temerosa en exceso, es posible que no se logre establecer la proporción mínima aconsejable de empresarios. Sin esa cantidad mínima, la desocupación seguramente adquirirá niveles importantes. La desocupación encubierta tampoco es una solución, ya que está constituida por miles de puestos de trabajo, a nivel estatal, casi improductivos, que son una carga adicional para los sectores productivos de la sociedad.

En cuanto a los gastos evitables, a nivel mundial, tenemos el caso de los armamentos y las guerras. Es necesario dejar de lado los nacionalismos exagerados como también las divisiones de origen religioso o étnico, como causas de conflictos. Si la religión es una cuestión ética, entonces debemos priorizar la divulgación de la ética objetiva, dejando de lado los aspectos subjetivos tradicionales, o menos relevantes.

Hay muchos que critican a los demás y los culpan por la pobreza existente en el mundo, pero en realidad hacen muy poco, o nada, para revertir la situación. Se sienten “generosos” cuando desean repartir los bienes ajenos y generalmente critican con mayor énfasis a los sectores productivos, en lugar de hacerlo con los sectores improductivos.

Se estima en unas 428 millones de personas las que salieron de la miseria en los últimos treinta años. De ahí la declaración optimista de Guy Sorman: “Entre las teorías confirmadas y las experiencias verificadas, hoy es posible trazar el itinerario exacto que conduce de la pobreza a la riqueza de las naciones”, haciendo referencia a la economía de mercado.


FALACIAS ECONÓMICAS

“El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores” Henry Hazlitt (“La economía en una lección”)

En el campo de la economía, son muchas las falacias en que se incurre, derivando todas ellas en la no consideración simultánea de todos los sectores de la sociedad involucrados y de los efectos tanto en el corto como en el largo plazo. Conviene tenerlas en cuenta por cuanto de ellas derivan las desacertadas y perniciosas decisiones económicas que a todos nos afectan.

Una de las más comunes es aquella que puede ejemplificarse con la destrucción de un vidrio, aduciendo que ello producirá trabajo en el vidriero y éste a su vez tendrá dinero disponible para otros bienes o servicios favoreciendo la demanda. Sin embargo, no se tuvo en cuenta que quien tuvo que reparar el vidrio, dejó de comprar un traje, y quien fabrica trajes tuvo una menor venta. Antes de la ruptura del vidrio había un vidrio sano y luego habría un traje; después de la ruptura sólo hay un vidrio sano, el que fue repuesto.

El mismo razonamiento se aplica respecto de las “ventajas destructivas” que tienen las guerras. Es un razonamiento que no tiene en cuenta a todos los integrantes de la sociedad por lo cual se llega al absurdo de que la guerra favorece la economía, o cosas semejantes.

También la creación de puestos de trabajo inútiles se observa como una solución para la desocupación, sin tener presente que tales puestos absorberán recursos que podrían haberse destinado al trabajo útil, por lo cual llegamos a algo similar al caso anterior. Es similar destruir un vidrio para darle trabajo al vidriero que destruir recursos para el trabajo genuino para dárselos al trabajo inútil.

La introducción de nuevas tecnologías produce desocupación en algunos sectores de la sociedad, por lo que muchos ven en ello algo negativo. Sin embargo, la mejora de la productividad hace que los recursos sobrantes vayan a parar a la adquisición de nuevas máquinas o bien a otros sectores de la producción. Por lo que la absorción laboral del desocupado se verá bastante facilitada.

El populismo trata de escuchar la voz de la “sabiduría popular” (falacias económicas) en lugar de hacerlo con la ciencia económica. Si bien la economía puede equivocarse tanto en el diagnóstico como en la solución propuesta (tal como ocurre con el accionar del médico), no implica que toda la economía o toda la medicina sean erróneas. Simplemente deben tenerse presente las limitaciones de la ciencia como del profesional respectivo. De esa forma se evitará darle entrada a todo el caudal de sofismas y falacias asociadas a la economía.


METAS ECONÓMICAS

“Hace falta un largo razonamiento para mostrar que el capital del que dependen los milagros de la civilización es creación lenta y penosa de la economía y el espíritu de empresa de unos pocos, y de la laboriosidad de muchos, y para destruirlo, ahuyentarlo o impedirle nacer basta una causa que disminuya o haga inseguros los beneficios del capitalista o amortigüe la actividad del trabajador; y que el Estado, al no castigar la holganza, la imprevisión y la conducta desordenada, y privar a la frugalidad y la previsión de la recompensa que por naturaleza merecen, acaso destruya la riqueza, pero lo que sí hará con toda seguridad es agravar la pobreza” Nassau Senior

Para mirar hacia el futuro, en lugar de hacerlo hacia el pasado, es conveniente tener ambiciones y proyectos. Esos proyectos deberán ser accesibles a nuestras aptitudes, si bien ello es algo difícil de comprobar en un principio.

Además de los proyectos personales, existen algunos comunes a la mayoría de los seres humanos, tal el caso del nivel económico a lograr. Albert Einstein admiraba a Roosevelt por cuanto promovía el logro de una buena posición económica para sentirse liberado de los demás, mientras que Gandhi proponía conformarse con una vida muy simple para lograr dicha finalidad.

De ahí que conviene adoptar la postura de Gandhi para sentirnos siempre conformes con lo que tenemos, mientras que conviene también adoptar la postura de Roosevelt, como un factor de seguridad. De esa forma, siempre sentiremos que hemos logrado algo más que lo que ambicionamos. De lo contrario, si nos imponemos metas elevadas en cuanto a lo económico, casi siempre sentiremos la sensación de no haber tenido éxito en nuestro emprendimiento.

Posiblemente, la base ideológica de la sociedad exitosa radique en la búsqueda de la libertad personal en la cual la adquisición de dinero implica una forma de liberarnos, justamente, del propio dinero. Por el contrario, bajo el ideal socialista, se busca la igualdad económica y la unión de los hombres a través de los medios de producción, lo que siempre los ha llevado a la pérdida de la libertad.

El éxito económico de la sociedad dependerá del éxito económico de sus integrantes, por lo que es oportuno tener presente las ventajas asociadas al trabajo y al ahorro productivo. Cuando el hombre encuentra la felicidad en la búsqueda de valores no económicos, es cuando mejores resultados obtiene en los aspectos estrictamente materiales.

Así como en el ámbito de la religión se busca en los Libros Sagrados los pequeños detalles secundarios, para evitar el cumplimento de los mandamientos, en el ámbito de la economía se buscan las distintas variantes para tratar de evitar tanto el trabajo como el ahorro productivo.


DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA

“La otra falacia consiste en suponer que la producción se compone de una cantidad fija de bienes y servicios, producidos por un capital fijo en cantidad y calidad, que proporciona un número fijo de ‘puestos de trabajo’. Se supone que esa producción inmutable marcha más o menos automáticamente, sin que influyan en ella los incentivos de productores, trabajadores y consumidores. A diario se nos dice que ‘el problema de la producción ha sido resuelto’, y sólo hace falta una mejor ‘distribución’” Henry Hazlitt (“La economía en una lección”)

Es común la prédica cotidiana que aduce que los sectores productivos de la sociedad en realidad son sectores que consumen en exceso lo que la naturaleza ha dado a todos por igual. En lugar de pensar que algo que no se produce es algo que no existe, se supone que lo que unos ganan en exceso implica necesariamente que otros lo pierden en un porcentaje similar.

Si existiese una total distribución de la riqueza, seguramente no habría quienes pudiesen invertir suficiente capital en la producción, y la economía tendería a colapsar. Incluso si se equiparara el sueldo de todos los habitantes, no habría incentivos para ganar mejor.

Si apareciese un empresario generoso que optara por repartir todas las ganancias anuales entre sus empleados y accionistas, la empresa no podría disponer de capital para un futuro crecimiento. Puede decirse que el capital se ha degradado en pequeñas partes de por sí ineficaces, económicamente hablando.

La única forma de lograr la justicia económica será a través de una previa mejora ética generalizada. El hombre, trabajando y realizando intercambios en libertad, requiere de una base ética que le induzca a buscar beneficios simultáneos entre las partes intervinientes. Esto es comprendido generalmente por los empresarios exitosos, que saben que, a la larga, serán recompensados por el desempeño honesto.

El sistema de libre empresa ha sido constantemente descalificado por quienes han buscado el poder absoluto a través del “capitalismo estatal” (la única sociedad posible luego de la eliminación de la propiedad privada). Se ha dicho que una mentira, repetida muchas veces, llega a convertirse en una verdad. Es oportuno volver a plantear el significado de la economía de mercado y de sus posibles distorsiones:

Economía de mercado = Trabajo + Ahorro productivo + Ética natural

Capitalismo empresarial (Busca la optimización de ganancias)

Capitalismo financiero (Busca la optimización de ganancias sin producción)

Capitalismo estatal (Busca el monopolio y el poder absolutos)


SOCIEDAD DE CONSUMO

“La característica distintiva de la sociedad moderna es esa multiplicidad indefinida de las necesidades humanas. La característica de la civilización antigua es la restricción imperativa y la regulación estricta de aquellas necesidades” Mahatma Gandhi

Cuando el hombre pierde de vista su esencia humana, tanto intelectual como social, no busca incrementar su nivel de conocimientos ni sus vínculos afectivos, sino que trata de obtener todo lo que proporcione beneficios para su cuerpo. Trata de satisfacer su esencia biológica antes que su esencia cultural. Para contrarrestar esta tendencia deberíamos intentar lograr una masiva difusión del conocimiento.

Siendo la sociedad de consumo un efecto de la mentalidad generalizada de la sociedad, no tiene sentido culpar a los que mejores resultados han logrado respecto de las ambiciones de la mayoría. Podemos decir que si existe el pedestal que premia el éxito monetario, es porque la gente quiso que así fuera.

Hay sociedades que valoran excesivamente el éxito económico, por lo que no es raro que también de ellas surjan las grandes crisis financieras que afectan a todo el mundo. Así tenemos el caso del “sueño americano” que presiona al ciudadano común a alcanzar el éxito material incluso cayendo en la especulación financiera.

Con el lujo y la ostentación a veces se busca despertar la envidia de los demás. Quien los busca, muestra una actitud agresiva hacia el medio social. También ocurre que muchos desean obtener una buena posición económica para vengarse de la sociedad que pocos los valoró con anterioridad. Se ha dicho al respecto: “Si quieres conocer a alguien, dadle poder”.

Al físico Albert Einstein se le requirió, en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, que colocara en un sobre la cifra de dinero que deseaba ganar anualmente como investigador. Luego, los directivos decidieron otorgarle algo más de cinco veces la cantidad solicitada. Esto contrasta con las desmedidas ambiciones económicas de quienes tienen como actividad laboral la compra a un precio y la venta a un precio superior. Respecto de las ambiciones egoístas, Cristo sugiere: “Habéis recibido por gracia, dad por gracia”.

Si la mayoría de los hombres buscáramos, como estilo de vida, una “pobreza franciscana”, las economías regionales colapsarían. Deberíamos, más bien, adoptar posturas culturales adecuadas, mientras que el accionar económico sólo ha de ser un efecto de la postura adoptada. No debemos buscar una actitud antagónica hacia el dinero y lo material, sino una actitud favorable a la cultura y al conocimiento.


PENSAMIENTOS CORTOS Y LARGOS

“Trabajemos, pues, en pensar bien: tal es el principio de la moral” Blaise Pascal (“Pensamientos”)

Las acciones humanas dependen bastante de la previsión de los efectos correspondientes; previsión que hacemos mediante el pensamiento. De ahí que, no sólo nuestras buenas intenciones tendrán un valor ético potencial, sino también nuestras aptitudes mentales para vislumbrar los efectos que nuestras acciones producirán en el futuro.

Podemos observar, en algunas personas, un pensamiento corto, que sólo tiene presente las consecuencias inmediatas, o el corto plazo, mientras que en otras observamos un pensamiento largo, que tiene presentes tanto las consecuencias inmediatas como el largo plazo. Estos tipos de pensamiento caracterizarán a las distintas sociedades en caso de que prevalezca alguno de ellos.

Como ejemplo de la mentalidad de corto plazo podemos mencionar el caso de los países que otorgan jubilaciones sin la exigencia de aportes previos realizados; decisión quizás adoptada con propósitos electorales. Es posible que en el largo plazo el sistema previsional tienda a colapsar, o a ser muy poco efectivo, por cuanto inducirá a muchos a no pagar, ya que esperarán ser beneficiados en la condición mencionada.

En otros países las cosas son muy distintas. En Vermont, EEUU, hace algunos años, los vecinos se opusieron a que construyeran un albergue estatal de ancianos aduciendo que tal ayuda implicaría un mal ejemplo para los jóvenes, por cuanto los induciría a no trabajar suficientemente de jóvenes esperanzados a ser socorridos, en la vejez, por el Estado.

El que piensa para el largo plazo es mirado generalmente como insensible e inhumano, a pesar de que con esa mentalidad se lograrán mejores resultados económicos y sociales. Por el contrario, el que piensa para el corto plazo es mirado como un ciudadano sensible, preocupado por los problemas de los demás, aunque las consecuencias de sus pensamientos conduzcan a resultados negativos.

De todas formas, en el caso mencionado, es posible que una postura intermedia sea la mejor, por cuanto es imprescindible que el Estado pueda brindar apoyo a quienes estén incapacitados para lograr una mínima seguridad, o un mínimo bienestar, pero sin que se llegue al extremo de que la mayor parte de la sociedad pretenda ser la destinataria de esa protección, por cuanto el Estado se verá saturado en sus posibilidades y el caos social será la consecuencia inevitable de promover la asistencia social como algo generalizado y permanente.


LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

“El recurso económico básico, el ‘medio de producción’, para utilizar el término de los economistas, ya no es el capital ni los recursos naturales (el ‘suelo’ de los economistas) ni la ‘mano de obra’. Es y será el saber”. “Ahora el valor se crea mediante la ‘productividad’ y la ‘innovación’, ambas aplicaciones del saber al trabajo” Peter Drucke (“La Sociedad poscapitalista”)

El avance tecnológico actual hace que el hombre no sólo deba adaptarse a las leyes naturales, sino también a la propia sociedad tecnológica. De no hacerlo, se verá desplazado y marginado del ámbito laboral, y de la sociedad.

En otras épocas, un gran porcentaje de la población laboralmente activa se dedicaba a la agricultura. En la actualidad, debido a la gran tecnificación del campo, en los países desarrollados se consigue el abastecimiento pleno con la utilización de sólo un 3 o 4 % de la fuerza laboral. Otro tanto se espera para el caso de la industria. De ahí que los puestos que quedarán serán para la gente muy especializada.

Esta situación puede vislumbrar una gran desocupación tecnológica para el futuro, sin embargo, debe tenerse presente que más del 75% de los empleos, en los países desarrollados, se otorgan a la producción de servicios, por lo que la situación no es tan grave como podría suponerse. Para los empleos en el sector servicios también hace falta una buena preparación, quedando relegados del trabajo quienes no ofrezcan conocimiento laboral alguno.


INMIGRACIÓN Y CAPITALES

“El gran defecto del capitalismo es que distribuye la riqueza con muchas iniquidades, mientras que el mérito del comunismo es que distribuye la miseria con admirable equidad” Winston Churchill (“¿Qué hacer?” Cita)

Durante el siglo XIX, luego de la caída de Juan Manuel de Rosas, la Argentina necesitaba imperiosamente de una Constitución para orientarse en el futuro. Los estudios correspondientes fueron realizados por Juan Bautista Alberdi, quien observa como prioritaria la facilidad que debe darse a los inmigrantes, especialmente europeos, para que vengan a poblar este suelo.

A pesar del tiempo transcurrido, la Argentina de hoy transita por etapas de incertidumbre similares a las del siglo XIX y es necesaria una ideología orientadora para que, entre otros aspectos, favorezca la llegada de capitales de inversión desde el exterior. Incluso para favorecer la permanencia de capitales de los propios argentinos.

Varios son los intelectuales que, inspirados en Alberdi, autor de “Bases y punto de partida para la organización política de la República Argentina”, se esfuerzan por presentar ideas que sirvan para superar la crisis y decadencia de la Nación. No sólo hace falta abogar por el respeto a las leyes y a la Constitución, sino que hace falta promover el respeto por las leyes naturales vinculas con la ética individual, para que toda la población participe de la tan ansiada recuperación.

Mientras que en la mayoría de los países se tienen asumidas las ventajas de poseer capitales suficientes, en la Argentina gran parte de la población ha satanizado al capitalismo, por la influencia marxista, mientras que en la marcha peronista aparece la expresión “combatiendo al capital”, considerado como un medio perverso para la sociedad y que es necesario extirpar. De ahí que no resulta extraño que en el exterior existan depositados unos 150 mil millones de dólares de argentinos que no confían en su país.

En gran parte de la Argentina parece predominar la actitud del dirigente boliviano Felipe Quispe, quien expresó: “Si una parte de la población usa ojotas y otra usa zapatos, que todos usemos ojotas”, manifestando una clara actitud liberadora de la envidia.


PROPIEDAD

“Me ha parecido descubrir que, detrás de todas esas concepciones que se han sucedido y opuesto desde siempre, había como una señal siempre presente, como una obsesión insoslayable que yo resumiría así: lo que oculta la propiedad es el miedo a la muerte” Jacques Attali (“Historia de la propiedad”)

Aristóteles manifestaba que “lo que es de todos, no es de nadie”. Desde hace más de dos mil años los hombres sabemos que nunca un individuo pondrá mayor esmero en producir, cuidar y aumentar el patrimonio material que cuando sea suyo. Por el contrario, cuando no tenga alicientes para lograr cierto progreso individual, poco esfuerzo surgirá.

Respecto de las ventajas de la propiedad privada, no hace falta hacer un análisis riguroso por cuanto ya se ha experimentado bastante en las sociedades comunistas. Por algo, tanto la ex URSS como la China continental abandonaron el capitalismo estatal (socialismo) a favor del capitalismo privado, lo que nos exime de mayores comentarios.

Las ventajas de la propiedad privada, respecto de la colectiva, no deben, sin embargo, medirse sólo a través de los beneficios materiales que otorga, ya que existen otros aspectos esenciales asociados a la seguridad y a la libertad:

a) Ventaja 1: mayor productividad económica
b) Ventaja 2: menor riesgo al totalitarismo y al poder unipersonal
c) Ventaja 3: mayor libertad individual al no vincularnos a través de medios materiales

La eliminación de la propiedad privada produce el monopolio estatal no sólo en la economía, sino en la cultura, la información y todo aspecto asociado a la vida cotidiana de cada hombre. Existe la posibilidad cierta de la aparición de tiranías y dictaduras.

Cuando no existe la propiedad privada, y todo pertenece al Estado, existe la obligatoriedad del trabajo. De ahí que el grupo familiar no será quien habrá de decidir si la mujer se queda a cuidar a los hijos en su casa, sino que es el Estado quien decidirá adonde ha de trabajar y en qué tareas. El hombre se une a sus semejantes a través de sus sentimientos y se ata a través de los vínculos materiales.

Mientras que el que adhiere a la propiedad privada trata de difundir el hábito por el trabajo y el esfuerzo, el que adhiere a la propiedad estatal promueve “generosamente” la distribución de lo ajeno. Incluso si la idea es muy fuerte, legitima la revolución y el robo generalizado por parte del Estado.


VIVIR CON LO NUESTRO

“Esta política infantil tiene otra consecuencia: que se produzca peor y más caro, con perjuicio obvio para la masa de los impotentes consumidores. El ejemplo más evidente lo han ofrecido los países del socialismo real, cuya industria no podía alzar su nariz por encima de una calidad simplemente detestable; basta con observar sus automóviles y vestimentas –ya de museo- para tenerles lástima” Marcos Aguinis (“¿Qué Hacer?”)

La idea de vivir con lo nuestro, cerrando el comercio exterior, es una propuesta que busca, supuestamente, desarrollar la industria y el empleo. Al cerrar la importación, se evita la competencia con los productos extranjeros, lo que permitirá la fabricación de elementos de menor calidad y mayor precio. Esto favorecerá especialmente al empresario incapaz de producir con aceptable calidad y precio.

Si adoptamos el criterio de que lo que es bueno para el país es bueno para las provincias, entonces, para vivir con lo nuestro, habría que cerrar el comercio entre las distintas provincias. Con esta decisión empezarían a faltar algunos insumos y productos, ya que pocas provincias pueden autoabastecerse.

Siguiendo con este criterio, consideramos que lo que es bueno para las provincias, ha de ser bueno para los departamentos. De ahí que habría que “vivir con lo nuestro” en cada localidad. De esa forma seguiremos hasta llegar al nivel económico de la época en que cada habitante cultivaba su huerta, confeccionaba su vestimenta y así con todo. El caos económico y social no tardaría en aparecer.

Esta idea, como cualquier idea que a alguien le pueda venir a la mente, sea favorable o no para el ser humano, seguirá teniendo adeptos y es cuestión de que sea impulsada por algún hábil político para que todo un país la persiga como un objetivo imperioso a lograr.


PRODUCTIVIDAD Y SALARIOS

“Elevar su salario sin elevar su productividad marginal habría equivalido a pagarle con una cantidad superior a la que él proporcionaba” John K. Galbraith (“La sociedad opulenta”)

Consideremos el caso de la contratación de un nuevo empleado por parte de una empresa en producción. Tal empresa deberá contemplar el logro de un beneficio equitativo entre ambas partes. El nuevo empleado habrá de producir, mediante su trabajo, cierta cantidad de valor agregado a la producción previa, es decir, la que había antes de que lo contrataran. Exceptuando las dificultades propias de la estimación y el cálculo de ese valor, tenemos tres condiciones posibles:

a) El sueldo otorgado es menor que el valor agregado a la producción (injusto para el empleado)
b) El sueldo es igual al valor agregado (beneficio equitativo)
c) El sueldo es mayor al del valor agregado (injusto para el empleador)

En un sistema de libre empresa, es posible que el empleado que recibe un sueldo injusto vaya a trabajar a otra parte, perjudicándose el empleador que no supo retenerlo. Si, por el contrario, el empresario paga sueldos superiores a las utilidades que los empleados producen, tarde o temprano la empresa cerrará sus puertas; de ahí que deba contemplarse la posibilidad de que el empleado ofrezca una productividad acorde con el sueldo recibido.

En el primer caso, la denominada plusvalía vendrá asociada a una explotación del empresario hacia el empleado, mientras que en el tercer caso, generalmente asociado a empresas del Estado, se produce la explotación del Estado al ciudadano común, ya que este último debe soportar las consecuencias de las pérdidas producidas por las empresas ineficientes.

Las críticas del marxismo van orientadas siempre al primer caso, que supone que es el único que ocurre. Esta evidente “verdad a medias”, que es la base de las críticas al capitalismo, ha promovido en la humanidad todo tipo de revoluciones y luchas que caracterizaron gran parte del siglo XX. Incluso se considera a Marx como un importante “sociólogo”. Cualquiera puede apreciar que, en todo tiempo y lugar, no siempre ha de ser el empleador el injusto, por lo que resulta llamativa la importancia y la influencia que Marx ha tenido, y sigue teniendo, en la humanidad.


CALIDAD DE VIDA

“Yo también he aprendido porqué las personas trabajan tan duro para tener éxito: es porque envidian las cosas que tienen sus vecinos. Pero es inútil. Es como querer atrapar el viento….Es mejor tener sólo un poco y estar tranquilo mentalmente, que estar ocupado todo el tiempo tratando de atrapar el viento con ambas manos” Eclesiastés 4:4

Desde un punto de vista económico se habla del “nivel de vida”, o “nivel económico”, asociado al Producto Bruto Interno de un país, mientras que desde un punto de vista sociológico se habla de la “calidad de vida”, ya que también tiene en cuenta aspectos tales como la esperanza de vida y la educación. Generalmente se supone que debemos obtener el mayor nivel de ingresos ya que “lo demás se dará por añadidura”, lo que no es real. Podemos expresar ambos conceptos mediante la siguiente relación:

Calidad de vida = Nivel económico + Nivel de valores culturales

Entre aquellos aspectos que caracterizan al hombre y que le proporcionan felicidad, está la autoestima. También ella puede lograrse sintiéndose capaz de obtener cierta fortuna material. De ahí que a la riqueza no se la busca siempre desde el punto de vista consumista, sino también por la búsqueda del poder que satisface al egoísmo, y a la autoestima derivada de ese logro.

Muchos suponen que los habitantes de los países subdesarrollados deben esperar lograr un buen nivel económico para recién comenzar a ser felices, algo que carece de sentido por cuanto, excepto en situaciones extremas, no es lo mismo padecer la incomodidad de la pobreza a padecer un sufrimiento moral. Si sufren por puro espíritu competitivo, porque otros tienen más, y no por las incomodidades provenientes de la pobreza, es un sufrimiento vano y evitable.

Las economías regionales dependen generalmente del consumo masivo. La innovación tecnológica apunta a proveer de sustitutos cada vez más rápidamente por cuanto el tiempo de vida de los productos se reduce notablemente. Así, mientras que antes un reloj podía pasar de una generación a otra, actualmente lo reemplazamos en un periodo breve por otro modelo actualizado.

Si bien el consumismo resulta indeseable desde el punto de vista del progreso cultural del hombre, el consumo trae trabajo para la mayoría de la población. Posiblemente la solución global del problema económico esté en la búsqueda de beneficios principalmente para los pueblos de los países marginados. Pero estos países deberán dar seguridad jurídica a las empresas para que puedan trabajar eficientemente, algo que no podrá darse mientras exista el peligro totalitario asociado a expropiaciones por parte del Estado.


ECONOMÍA POLÍTICA

“El trabajo y el ahorro son esas causas naturales de la riqueza, como la ociosidad y el dispendio son las causas de la pobreza. Esas cuatro palabras expresan los cuatro hechos a que está reducida toda la gran ciencia de Adam Smith”. “La riqueza y la pobreza, según esto, residen en el modo de ser moral de una sociedad, en sus costumbres de labor y ahorro, y en sus hábitos viciosos de ociosidad y dispendio” Juan Bautista Alberdi (“Estudios Económicos”)

Hay países en los que se consume más de lo que se produce, mientras que en otros ocurre a la inversa. En unos prevalece el déficit, en los otros el ahorro. La economía de una nación es un reflejo de la mentalidad dominante. Algunos piensan que la moral imperante es un efecto de la economía, pero la economía funciona a partir de un conjunto de decisiones y de acciones humanas. De ahí que es mejor decir que la economía es un efecto de las costumbres. Juan Bautista Alberdi escribió: “Un empobrecimiento nacido de ideas viciosas sobre el medio de enriquecer sin las virtudes del trabajo y del ahorro, es una enfermedad moral como su causa, y sólo puede ser curada por medicamentos morales igualmente. Esos remedios consisten desde luego en el abandono de las ilusiones que buscaron riquezas improvisadas en combinaciones y artificios ingeniosos que no pueden suplir al trabajo y al ahorro, considerados como manantiales de riquezas y bienestar. Esta curación moral no puede ser sino lenta, penosa y difícil, como es siempre la reforma de los usos y de las costumbres entradas en mal camino” (“Estudios Económicos”).


EL AHORRO

“El ahorro, manantial más productivo de riquezas que el trabajo mismo, es, sin embargo, más penoso y difícil para el americano del sud. Es que el ahorro, como costumbre, es toda una educación: es una virtud que se compone de muchas otras y supone un grande adelanto de civilización. Sus elementos son: la previsión, la moderación, el dominio de sí, la sobriedad, el orden. Es imposible llegar a ser rico sin la posesión de estas cualidades morales. Cuando ellas abundan en una nación, esa nación no es, no puede ser pobre, aunque habite un suelo pobre. Mejor sin duda si posee un suelo fértil, pero no es más el suelo que un instrumento de su poder productor, que se compone de sus fuerzas morales”. “La primera dificultad de Sud América para escapar de la pobreza es que ignora su condición económica. Con la persuasión de que es rica y por causa de esa persuasión, vive pobre, porque toma por riqueza lo que no es sino instrumento para producirla” Juan Bautista Alberdi (“Estudios Económicos”)

La mayoría siente que tiene el derecho a recibir parte de la producción nacional, pero pocos son los que sienten el deber de producirla. Una sociedad con un bajo porcentaje de empresarios está condenada al fracaso económico. Algunos políticos, en forma irresponsable, se ubican como defensores del pueblo ante la “maldad empresarial”, olvidando criticar a los negligentes y a los irresponsables. Si una empresa tiene alguna ganancia, se la observa como si estuviesen robando a la sociedad. Pareciera que, para muchos, la empresa ideal es la que da pérdidas. Si da puestos de trabajo, se dirá que está “explotando” al trabajador.

Así como la libertad de elección, que el hombre dispone, tiene un alto precio: el riesgo de elegir mal, la economía de mercado presenta el riesgo del fracaso. Las protestas contra tal sistema (trabajo y ahorro productivo) son similares a las protestas contra el propio Creador por habernos dado la libertad a tan alto precio.

El trabajo no consiste sólo en la mano de obra, que cada vez más está afectada por el desempleo tecnológico, sino que también consiste en la gestión y administración asociada al manejo de información. En esto consiste esencialmente la diferencia entre empresarios y empleados. Los primeros son los que tienen mayores exigencias, responsabilidades y preocupaciones; de ahí la baja proporción existente en muchos países.

Debemos hacer un “examen de conciencia económico” y preguntarnos si, durante nuestra vida, hemos producido más de lo que hemos consumido. En ese caso podemos considerarnos hombres útiles a la sociedad. Por el contrario, si hemos consumido más de lo que hemos producido, debemos tratar de revertir la situación.